miércoles, 4 de marzo de 2009

Grafftiti: Paredes que resuenan los ecos de la represión

Alexandra Rios

El graffiti puede calificarse como una manifestación artística y cultural que hace parte del movimiento urbano y que nace de la necesidad del ser humano para comunicarse. Es así como esta palabra perfecta y lúcida, en la cual se cimentaron muchas personas, fue edificándose como la base simbólica que recopila las numerosas inconformidades de un pueblo afligido.
De esta manera, no todo escrito o dibujo puede considerarse un graffiti, ya que este contiene mensajes elaborados y muy bien pensados que tienen sentido y plasman con solidez una ideología social y una posición definida frente a las condiciones que rodean la sociedad actual, así como la realidad de aquellos que la conforman.
En una ciudad como Cali, bosquejada en cada esquina, cada puente y cada pared, por un grupo de individuos cuyo objetivo trasciende los escenarios y los instrumentos, únicamente con el firme propósito de liberar un alma consternada que se debate entre los problemas cotidianos de la vida, las nuevas propuestas políticas o la afinidad con un equipo de fútbol, demuestran cada vez más la incesante búsqueda de la libertad de expresión y el destacarse en una selva confinada entre aerosoles y concreto.


Algunas virtudes que podemos resaltar del graffiti, incluyen el mensaje y el contenido, refiriéndose a la espontaneidad, a la capacidad inmediata de comunicar y abrirse ante un público colectivo y actual, también sobresale la brevedad pero eficacia del mensaje.
Vale la pena agregar las palabras de Diego Guzmán, publicista y docente de la Universidad Santiago de Cali, quien explica que el graffiti y el stencil, corresponden a otros géneros, a una derivación de los medios de difusión masiva que tiene la sociedad para comunicarse. El mismo comenta: “Me parece interesante del graffiti la capacidad de conceptualizar, hay alto nivel de creatividad, artístico, el desarrollo de la técnicas que utiliza, que paredes de ciertos sectores de la ciudad estén escritos, mas allá de escribir por escribir, ahí hay un concepto y una idea. Significa gran cantidad de cosas, además son otros lenguajes, detrás de eso hay una persona inquieta que quiere dar a conocer una idea y ese es el escenario y el espacio”.
Por lo tanto, la represión o prohibición a mano de las autoridades u organismos individuales, puede ser considerada una agresión a la libre concepción con la que nace todo ser humano, tal como se expresa en la Constitución Política de Colombia de 1991 donde claramente se afirma en el Título II, de los derechos, las garantías y los deberes específicamente en el Capítulo 1, de los derechos fundamentales:
-Artículo 13: “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”.

-Artículo 16: “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico.
-Artículo 20: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.
De acuerdo con lo anterior, puede calificarse de ofensivo el considerar el graffiti como un movimiento subversivo que atenta contra las normas urbanas establecidas, ya que como podemos observar los artículos 16 y 20, hablan acerca del ”libre desarrollo de la personalidad […] y libertad de expresión”, lo que abarca en toda su complejidad a la elaboración de graffitis. Es que es imposible ignorar este oficio artístico por el simple hecho de ser anónimos y callejeros, porque esta acción implica dar la espalda a lo que somos, lo que nos hace diferentes de los animales, esa capacidad de dar a conocer lo que queremos y pensamos, una edificación global de significados y significantes que participan en la construcción de identidad de una ciudad.
A nuestro alrededor se mueven un sin número de comentarios en algunos casos de aceptación, pero por otro de aborrecimiento y desaprobación, por esta razón para hallar una posible aclaración de la intención y causa de creación no podemos remitirnos a los eternos estereotipos o “al que dirán”, es necesario analizar todos los juicios.
Según una estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad Autónoma, a la pregunta que se le formuló acerca de cómo se veían las paredes de la cuidad con graffitis, ella respondió: “Depende del lugar donde estén, si están regadas por toda la ciudad no le dan un aspecto totalmente cívico, […] arruinan el espacio público”. A este respecto hay muchas paradojas. Partiendo de un punto importante a favor, los graffiteros escogen la mayoría de las veces lugares aptos para la elaboración de estas pinturas. Pues son espacios públicos que proponen una actitud crítica hacia la sociedad, mueven a la reflexión y crean conciencia en el lector; pero muchas otras veces, eso si lo reconozco, se realizan en centros de estética, hospitales y demás establecimientos que dañan la fachada de estos y reflejan una mala imagen de la ciudad.
No obstante, preguntémonos: ¿Qué se puede decir de la contaminación visual que nos aportan el sin número de carteles y avisos publicitarios que vemos cada día en las calles, postes, paredes y demás propiedades públicas? ¿Solo por el simple hecho de poseer recursos económicos o una debida influencia en el mercado pueden bombardearnos con mensajes muchas veces superficiales y consumistas?
Muchas de las paredes de la ciudad, por ejemplo la calle quinta, está llena de escritos o graffitis que para algunos son una ofensa a la estética urbana, lo que algunos denominan contaminación visual, más si observamos detenidamente la calidad artística de la intervención que se hace, dejaría a un lado la valoración alusiva a este término.
Tras haber analizado como afectan el espacio público, pasaremos a ver porque oímos hablar de inconformistas, inadaptados, antisociales, rebeldes, personas que no tienen nada mejor que hacer o que poseen un desequilibrio mental.
¿Qué significan estas palabras? Estas personas no son seres de otro mundo, son personas comunes y corrientes con ideales a defender establecidos, eso hace que sean diferentes. Además, los graffitis constituyen un medio por el cual un individuo en el pleno dominio de sus facultades elabora un diseño que requiere total dedicación, además de diversos instrumentos un poco costosos. Por lo tanto, no son ningunos desechables o de barrios marginados, pues requieren materiales que exigen cierta situación económica.
Para desarrollar obras de tal magnitud, se necesita de una conexión equilibrada entre el pensamiento y la organización de las ideas con la mano del artista o la herramienta de la cual se vale para pintar, por lo tanto no cualquier persona puede dedicarse a este arte y menos una con una inestabilidad mental.
Es así como dice Christian Yutronic en su libro Sobre el LIBRO & el GRAFFITI, “Si acaso Usted no soporta ver rayados los muros de su casa, de su barrio o de sus monumentos, si piensa que los autores de estos rayados son delincuentes que debieran ser apresados, sepa que la pelea está perdida de antemano como cualquier pelea contra un enemigo invisible, al cual no se puede ver porque no es uno sino miles”.
Dicho de otro modo, el Graffiti vivirá mientras en la ciudad halla paredes limpias y exista desigualdad y disconformidad. Es una forma cruda de decir que nos encontramos en un mundo idealista y a la vez injusto, pero es la cruel realidad.
Bueno existen personas que no soportan ver manchados todas las zonas públicas de la ciudad y por lo tanto recurren a apelar al gobierno y a las autoridades el establecimiento de reglas y leyes estrictas que castiguen y opriman a los graffiteros. En su afán por acabar con ellos, estas personas olvidan un simple y valioso hecho que está estipulado en la Constitución retomando el artículo 13 donde dice: “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades […] sin ninguna discriminación […]”
La ley protege la libre expresión de estos individuos oprimidos en sus más profundos deseos que buscan expresar al mundo su inconformidad.
El graffiti constituye un impacto que trasciende el campo individual, sino que también atañe y reafirma una conciencia colectiva y una interacción social que gira en torno al mensaje que se desea transmitir.
Para concluir, el mundo necesita de individuos que respeten la libertad de expresión y que trasciendan los campos de la crítica y la oposición. Esto se puede notar en la respuesta que dio una estudiante de Ingeniería Industrial de la Autónoma, quien respondió a una encuesta: “Deberían crear un lugar donde las personas puedan realizarlos y sean centro de atracción para visitantes”. Propuestas como estas son las que tenemos que recibir con una mente abierta para la continua modernización de la sociedad actual.
Bien podemos limitar nuestra capacidad racional al llamarlo vandalismo, pero no estaríamos en un estado de ineptitud e ignorancia, teniendo en cuenta que el graffiti está atado a la fugacidad y transitoriedad, y al igual que las distintas disciplinas o técnicas estéticas esta condenado a evolucionar y transformarse.

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