viernes, 26 de marzo de 2010

S. V. M.
Aún hoy pienso que fue un sueño. Todo apuntaba a que fuera un día como cualquier otro, pero sin duda alguna, sería el comienzo de una pasión que no ha conocido fin ni límite. Mientras transcurría el día, no podía sacármela de la cabeza, era mi idea constante, mi pensamiento continuo. Días antes estuve alimentando mi ansiedad con cada llamada, con cada momento en que pude verla, y pude sentir que era parte de mi mundo:
- Hola… - escuché por el frío auricular de mi teléfono.
- ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue hoy en la escuela? – pregunté con verdadero interés más que por buena educación. Y aún así, sus respuestas seguían siendo igual de concisas y tajantes:
- Bien, normal. ¿Y vos?
Mi pregunta siempre fue si ella preguntaba lo mismo porque quería saber cómo me había ido, o por no dejar el peso de la conversación recaer solo sobre mí. En fin, de cualquier manera, cada palabra suya era de un valor infinito, aunque daba cualquier cosa por verla y porque al final del día llegara el momento de poder olvidar cada problema e inquietud que albergara mi cabeza al verla a los ojos.
La noche anterior fue inolvidable. Vestida con un traje ceñido al cuerpo, con su singular figura, sus ojos brillantes, y la oscuridad de su cabello, parecía más una visión homérica, que la simple imagen de una mujer. Si Eva existió, tal vez ella era su imagen. Tarde aquella noche me llamó. La emoción hizo que el mundo fuera poco para mí. El cielo parecía haber bajado, y fue sorprendente como ver su nombre en la pantalla de mi celular iluminó cada rincón del lugar donde estaba con mis amigos intentando no pensar en el sueño imposible de tenerla.
- Hola! – exclamé no con pocas ganas de decirle que moría por verla y tenerla a mi lado.
- Hola, ¿cómo estás? – y el tono de interés que hubo en esa pregunta terminó de subirme a la nube de la que jamás quise bajarme.
-Bien ¿y tú?
- Bien, acabo de llegar a mi casa.
Por más que no hubiera una conversación profunda sobre todo aquello que realmente importaba con ella, el sentirla al otro lado del teléfono y saber que existía para ella, me dio alientos y ánimos para no desistir en mi propósito.
Acostado en mi cama, con la mirada perdida en el infinito de mi cielo falso, no pude parar de imaginar cada gesto, cada movimiento, cada suspiro que escapaban de aquellos labios por los cuales moría a cada instante, en los cuales tuve mis más grandes fantasías. Sin embargo, acostado en mi cama no pude imaginar lo que sucedería la noche siguiente. Al rayar la luz del día, la llamé como siempre solía hacerlo. Intenté imaginar cómo lucía esa mañana, acostada en la cama, con el rubor del sueño en su rostro, aún palpitando en sus mejillas; pero no pude sacarme esa foto de la cabeza, con su vestido y su cabello oscuro libre como las olas y el viento, listo para disfrutar las delicias de la noche que había pasado. Ese día estuve buscando la manera de verla, de encontrarla en cualquier lugar, en cualquier esquina, y veía en cada persona que pasaba el reflejo de su imagen. Llegó la noche. Parado frente a su puerta, después de timbrar una vez, el corazón estaba al límite de su ritmo, y con ansias esperaba el momento de ver el brillo de sus labios asomarse frente a mí. Cuando abrió la puerta, el cuerpo me ganó la lucha, y me lancé a su boca con el impulso que tiene un guerrero frente a la lucha. El momento había llegado… Y hasta aquí me permito contarlo, de lo contrario, las palabras aniquilarían la emoción de mi mejor noche.

PASEO

A. M. V. S.

Todo comenzó un domingo lleno de cosas inesperadas, pero hubo dos en especial que marcaron para siempre a mi familia, la primera fue cuando ese domingo estando en la piscina de comfandi de el lago calima iba subiendo las escaleras para tirarse de el tobogán, pero lo ninguno nos esperábamos era lo que iba a pasar cuando mi mama callera a la piscina.
Ese domingo comenzó como alas 9:00 de la mañana cuando mi mama, mi papa, mi hermana y yo salimos a recoger a mis primas las mellizas para irnos a la piscina de comfandi de el lago Calima, las recogíamos como a alas 10:00 de la mañana y emprendimos camino, al llegar escogimos una mesa cerca de la piscina dejamos las cosas y mis primas mi mama mi hermana y yo nos fuimos a poner los vestidos de baño; y nos metimos ala piscina todos, jugamos un rato con una pelota y nos empezamos a tirar todos aceptó mi mama que le daba miedo, pero entre todos la convencimos para que se tirara y ahí fue cuando ocurrió lo que ninguno nos esperábamos, cuando mi mama termino de subir las escaleras se tiro y cuando ya iba a llegar ala piscina venia con todo el cabello en la cara y cuando choco con la piscina se le bajo todo el vestido de baño y se le vio todo ¡todo es todo! Todos nos empezamos a reír hasta mi mama , menos mal que la piscina estaba sola acepto por el salvavidas que no sabia para donde mirar, fue demasiado chistoso, hasta ahora nos acordamos y nos seguimos riendo de todo lo que paso ese día, por que eso no fue lo único inesperado que nos paso.
Cuando ya veníamos camino a Cali, paso lo mas inesperado de todo ese día, ya llevábamos como 45 minutos de camino cuando el carro empezó a trastabillar, nos ahorillamos al lado de un restaurante en la carretera, para ver que le pasaba al carro pero el hecho fue que no volvió a prender, y lo peor era que el único celular con minutos no tenia nada de señal, para poder llamar una grúa o a un mecánico, empezó a hacer frio y ninguno llevábamos saco todos estábamos en jeans camisetas y chanclas y nos quedamos dentro de el carro, mientras mi mama y mi papa pensaban que hacer; ya habían pasado como 30 minutos, llego al restaurante una niñera son de eso camines grandotes que tiene como dos niveles llenos de carros, y mi papa fue a preguntarle al chofer que cuanto le cobraba por llevarlo a el solo hasta media canoa (media canoa es una estación de gasolina con un motel, restaurante, parqueadero de camiones es como un terminalito) para el poder conseguir una grúa o un mecánico, pero el chofer le prepuso algo a mi papa que por que no mejor montaban el carro ala niñera que el ultimo puesto estaba libre, mi papa con un poco de miedo lo pensó un rato y después acepto, sin antes dejar de preguntar s si era seguro, el chofer le dijo que por supuesto que el asegura bien el carro, y si así fue montamos el carro con nosotros adentro el señor loa seguro bien y emprendimos camino el viaje hasta media canoa en la niñera fue muy chistoso pero ala vez muy miedoso por que el carro se movía mucho y parecía que se fuera a soltar, pero después como de 20 minutos llegamos hasta media canoa, conseguimos una grúa, a nosotros nos recogió un tío y por fin llegamos a Cali.

UN VIAJE NO DESEADO

S. T. G.

Al salir de mi casa me fui pensando que iría a pasar, el día estaba oscuro y como apunto de llover, el ruido en la calle era impresionante pitos por aquí pitos por allá, pero mi pensamiento iba dirigido siempre a lo mismo, era como si mi cuerpo ya supiera lo que pasaría. Camine hasta la plaza de toros desde la autopista con una mirada de fastidio como de por qué llego este día, quería que esto fuera rápido y sencillo, llegue a la plaza de toros y la palabra de un vigilante fue: aquí no es pero si quiere puede ir a las panamericanas, así que decidí coger rumbo hacia las panamericanas con mi maleta café que me pesaba como si llevara piedras y con una esperanza casi sobre el suelo de que ya todo está predispuesto para llevarme, así que decidí salir a las quinta con Guadalupe a coger mi segundo bus del día, eran ya las 7 30 am con un frio como de 20 grados, mis pies casi congelados y mis rodillas que no daban mas de tanto caminar, mientras hiba en el bus meditaba sobre lo que pasaría con aquella persona que quedaba en aquel lugar, ¡ ringgg! Paro el bus y me baje al frente de la puerta de las panamericanas, esta vez no había que preguntarle al vigilante que si era aca por que ya se veía a leguas que era ese verde manchado con porte de malo, rápidamente me metí en una fila que había para entrar a las panamericanas y de repente se escucho una voz que dijo: ¡ pueden seguir!, de un momento a otro la gente comenzó a empujar y a intentar meterse en la fila para llegar y hacer la vuelta más rápido, yo con paciencia logre entrar y llegar al lugar destinado, le pregunta a aquel que tenía un verde manchado con porte de malo que como hacía para sacar mis papeles más rápido, me dijo ya vengo, nunca volvió y desesperado comencé a intentar meterme con un grupo de gente para hacerlo rápido, pues ya con grupo y aun así no se pudo hacer nada porque los dividieron a todos y el día se ponía aun mas tormentoso, nos hacían ponernos en filas de 20 y yo estaba como en la fila 40, mi cuerpo comenzó a sudar y mi estomago a rechinar de hambre ya que no había desayunado, ya como a las horas 11 o 12 pm paro el conteo para seguir haciendo la vuelta por que todos se iban a almorzar, yo que ese día pensé en salir rápido pues las cosas salieron al revés la cosa se ponía más lenta, a las 3 de la tarde ya iban por la fila 30 y el calor que hacía era impresionante mi cuerpo agotado por tanta caminadera y gritadera para que lo atendieran se decaía y mis energías de seguir intentándolo eran cada vez peores, esperanzado en que ya casi me iban a llamar, dieron las 7 de la noche y aun haci la gente se iba a comer y no lo atendían, mis destino estaba cada vez más claro y mi estomago aun mas hambriento, pasadas las 8 y con el cielo más aterrador tronando, por fin me atendieron pero para darme la peor noticia del mundo, que si estaba admitido para poder servirle a la patria.

FINAL INESPERADO

Con recuerdos borrosos de mi infancia, se resalta una anécdota sucedida cuando tenía 6 años de edad. Mi familia y yo estábamos de vacaciones en uno de los lugares más hermosos de Colombia, San Andrés. Eran unas vacaciones tranquilas, relajadas, con el sol brillando a nuestro favor.
Mi familia y yo estábamos montados en un bote que rugía de una manera ensordecedora y fastidiosa, tan fuerte que no podíamos escucharnos entre nosotros mismos, este nos salpicaba gotas de agua salada en nuestras caras, refrescándonos mientras llegábamos a nuestro destino.
Cuando llegamos a tierra, a un lugar hermoso-un lugar pequeño pero acogedor-, lleno de turistas de todo el mundo que nadaban en el mar y tomaban fotos a esta pequeña isla, Nos bajamos del bote, ya que esta era una pequeña parada para ir a nuestro verdadero destino, El acuario.
Un poco cansados por el viaje, mi familia y yo decidimos meternos al mar. El mar estaba demasiado fuerte y con grandes olas que demostraba la ferocidad del viento que las manejaba. Mi hermana y mi mamá fueron las primeras en meterse al mar mientras que mi hermano mayor, mi papá y yo optamos por esperar un rato más para meternos.
Ya después de haber esperando un tiempo, decidí meterme al mar. Muy tranquila Salí en busca de mis sandalias, ya que sabía que si no tenia las sandalias no me dejaban meterme al mar. pasado un tiempo buscando mis sandalias por cielo y tierra le pregunte a mi padre- Papá sabes donde están mis sandalias?-, el un poco dudoso responde-creo que tu hermana las cogió-, yo muy enojada me metí al mar y fui a donde estaba mi hermana para reclamarle mis sandalias, mientras que atrás mío, mi papá gritaba-Cindy Paola…Usted no puede ir solo hasta allá espéreme yo voy con usted- yo con mi ira ignore por completo a mi padre que seguía atrás mío. En el camino a recuperar mis sandalias había unas rocas grandes, resbalosas y con un gran filo en el borde. Ignorando mí camino y sin ver por donde iba, invadida por la ira, trate de pasarme sola las rocas y sin acordarme que mi padre venia acompañándome, resbale y me tropecé, mi papá por tratar de ayudarme a que no me golpeara, él también resbalo pero cayéndome enzima y aplastando mi cara contra el filo de las inmensas rocas, de ahí todo de volvió negro dejando de recuerdo un mar azul centellante.
Recobrando un poco la conciencia, me sentía mareada y confundida. Abrí mis ojos, veía mucha gente a mi alrededor mientras que mi padre con desesperación gritaba pidiendo auxilio por mi. No me había dado cuenta del la gravedad del asunto hasta que vi en la arena un gran charco de sangre que procedía de mi ojo izquierdo, cayendo se una manera desenfrenada y escandalosa que parecían cascadas de sangre. Después de ver este acontecimiento volví a caer inconsciente, solo sentía que me llevaban en lancha hacia la ciudad, decían:-Tengan preparado un auto, una niña va de urgencia con un parpado cortado-.
Llegando al hospital varias enfermeras me recogieron para atender mi parpado dividido en dos, mi madre, mi hermano y mi hermana se quedaron en la sala de espera pero mi papá me acompaño a la curación. Todo estaba en completo silencio, oía a mi padre orar y decir:-Dios mientras que esto sucedía sentía una gran aguja entrando sobre mi brazo, hice un gesto de dolor y grite un-ayayay, que me están haciendo?-, mi papá me respondió- esta todo bien, te prometo que esto no volverá a suceder-.note su voz muy triste como si hubiera llorado sin parar toda una noche, eso me preocupo y alarmo mucho, pero después escuchar esto y minutos después de que me colocaran la anestesia el dolor seso y los doctores ya habiendo preparado la aguja y el hilo, empezaron la curación de mi parpado. Sentía un meter, halar y amarrar fastidioso en mi ojo, quería que esto se acabara, era insoportable todavía para mi corta edad, quería gritar y salir corriendo, no me sentía bien, pensé:-¡¡¡Dios mío, ayúdame a salir ya de esto, porfavorrrr!!!-.
Ya los doctores habiendo terminado de coser los 14 puntos en mi pequeño parpado, abrí mis ojos, cuando los abrí veía a toda mi familia a mi alrededor que me esperaban con una gran sonrisa, flores y dulces. Me sentía feliz, protegida y agradecía con Dios de que todo allá salido bien, porque sabia que este suceso iba a quedar en mi memoria como un recuerdo inolvidable.
D. I. R. O.

Todo comenzó una noche afuera de mi casa cuando una amiga y yo estábamos hablando de muchas cosas que para nosotras algunas tenían importancia y otras no, esa noche en medio de la recocha a mi amiga le dio por mirar hacia atrás y vio un chico que venia, ella me dice:
- ve mira ese man esta como bueno cierto?
Y yo le conteste: ay esos gustos que usted se manda que pena y me le burle.
Él chico se acercaba cada ves mas hasta pasar por el lado de nosotras cual no me interesaba mucho en cambio mi amiga apenas lo vio empezó a molestarlo, a echarle piropos y cosas así, él de ver tanta recocha arrimo y sorprendido nos dijo:
Ustedes como se llaman mi amiga respondió
- yo anyeli y ella isa pues así le decimos los de confianza y voz como te llamas? dije yo,
- él respondió samir tengo 19 años por que?
- No por nada respondí, la loca de mi amiga no lo quería dejar ir, pero pues el dijo que tenia afán que hablábamos otro día, le dije bueno. Samir la nueva persona que conocimos se veía muy buena gente pero que mal que las apariencias engañen.
Bueno al día siguiente samir arrimo a mi casa y yo estaba sola, bueno sin mi amiga lo cual ella no llegaba como hasta las 6:00 pm entonces yo lo atendí él apenas me vio me dijo: hola como estas y le respondí: muy bien,
- y eso que haces por aquí,
- él respondió pues pasaba y vine a ver si estaban para que habláramos un rato o te molesta le conteste la verdad no. Después de hablar un buen rato llego mi amiga y entonces se quedo aterrada de verlo ahí, el solo se reía. Al pasar el tiempo todos mis amigos lo empezaron a conocer y a tratar con él ya que le cogieron mucha confianza, un día el nos invito a todos a salir ninguno le negó la salida, nos fuimos a rumbear y todo andaba muy bien hasta que llego el momento que samir le pidió el celular a un amigo, el se lo paso entonces samir se lo llevo y pues nosotros no dijimos nada, esa noche se terminaba todos empezaron a hablar de que la habíamos pasado muy bien que lo podíamos repetir y todos dijeron que si. Al día siguiente samir fue donde un amigo llamado Sebastián a ver si el le podía prestar el play 2, sebas le dijo claro pero me lo traes mas tarde que lo voy a utilizar y samir le contesto tranquilo ahora te lo traigo no me lo voy a robar, bueno todo quedo en eso hasta que llego la noche y samir nada que entregaba el play muy angustiado Sebastián empezó a preguntar por él pero ninguno le daba razón de donde estaba samir eso se quedo así. A los 3 días apareció el sujeto mas buscado ósea samir arrimo a mi casa, de verlo ahí aproveche y le dije ve Sebastián te anda buscando para que le entregues el play y el me contesto ahora se lo traigo, será que me podes a acompañar a hacer una vuelta:
- yo le conteste claro. Lo que pasaba es que yo me había vuelto muy amiga de él, contaba todo lo que hacia y yo lo aconsejaba ya que se estaba metiendo en problemas muy grandes con gente que el conocía, unos días después anyeli, samir y yo nos reunimos en casa a pasar el rato después llego una amiga de anyeli al verla se la presentamos a samir sin ningún problema, pero resulta y acontece que la amiga que llego la cual se llama Andrea le llamo como la atención samir por que no lo conto en un momento que él se levanto y fue a la tienda, bueno en fin al tiempo como en 3 semanas ellos empezaron a salir como amigos pero eso paso a un segundo nivel quiere decir que ya eran novios. Samir iba mucho a visitar a Andrea le hacia visita casi todo un día, la llevaba a comer y cosas así, Andrea un día estaba en el apartamento sola por que los papás habían salido de viaje entonces decidió llamar a samir para que la acompañara, él sin ningún problema fue y estuvo con ella día, Andrea tenia muchas cosas una de esas su psp y un celular costoso samir al verlos se los pidió prestado y ella le dijo que bueno que cuando se los devolvía y el le dijo mas rato o mañana, bueno eso quedo así pero Andrea todos los días le preguntaba a él por sus cosas hasta que Andrea se canso de eso y me llamo a la casa y me dijo:
- ve decile a samir que necesito mis cosas y yo le conteste ve eso es problema de ustedes disculpa que te lo diga así pero es que samir ya no hace caso y como que él esta haciendo es robar a la gente, Andrea se quedo bastante aterrada por sus cosas eso quedo así. Samir y yo nos estábamos distanciado un poco ya que yo me estaba dando la clase de persona que era, resulta que en los días que estuvimos aislados unos amigos me llamaran a la casa y me dijeron ve isa ya te entraste de la ultima y yo conteste no que paso lo que pasa es que a samir le acaba de pegar por el estanco dice la gente que por robarse una cosas de una viejas del conjunto A y que el papá de ellas se dio cuenta y lo fue a buscar para que devolviera todo y pues mi respuesta era eso era de saberse samir ya se estaba pasando con la gente.
Después de unos varios meses samir volvió a aparecer por el barrio y yo me quede aterrada lo que yo menos quería era encontrármelo pero eso era como imposible, que día iba pasando por un colegio y el estaba ahí y me paro me dijo ve isa yo ya cambie y yo le respondí no usted no cambia mira todo lo que paso mejor dejemos así pero él no quería entonces me dijo que habláramos y le dije bueno, entonces le volví a hablar como antes pues normal pero resulta que me había equivocado por que a mi que era su propia amiga por decirlo me robo el celular y en el colegio que yo estaba me metió en un problema con una gente que yo no tenia nada que ver, mejor dicho me robo tantas cosas que no pensé que fuera llegar a hacer eso conmigo pero bueno como dije antes las apariencias engañan. Hasta ahora nadie sabe nada de samir solo se babe que tiene una denuncia por robo y que si viene al barrio lo pueden hasta matar por todo lo que se le llevo a la gente que conoció.
J.A. O. H.
Lo que yo recuerdo de toda la cadena de sucesos, fue que había recibido a mi amigo Sebastián después de haberle enviado el giro de 50mil pesos; lo recibí en un centro comercial a las 6 de las mañana cerca al barrio donde vivía, en pasto, el barrio Palermo ; la mañana no era muy fría, como se pensaría usualmente de pasto, era entre el calor y algo de niebla, niebla que se dispersaba por el sol que iba cogiendo fuerza, al fondo el galeras con su falda de niebla.
Mi amigo llega con una maleta bastante fea, como las que uno usualmente le ve a los vigilante, poco fuerte, algo vieja; con un buso rojo, con cara de amanecido, apenas estirando los músculos de las piernas, algo de hambre. Lo saludo con una sonrisa, le doy la mano, y tomo su maleta, y pues le digo: “entoes que ve, por fin se decidió no” y me rio. De inmediato se incorpora en el panorama, y dice: “pasto pues… esta como bonito… ¿se es el galeras?”. Y yo digo:”aja” mientras llegamos a la casa, voy sacando las llaves, el mira la casa, y entramos por el parqueadero. Pasamos el pasillo y entramos a la casa de mi hermana que estaba de misión en tumaco con su novio, se habían ido hacia ya una semana, con toda la gente de ACNUR.
Al entrar Sebastián ve todo el desorden en la sala, botellas de ron y latas de cerveza y bolsas de norteño, un trago fuerte y barato que venden en pasto en una bolsa parecida a la de la salsa de tomate o mayonesa, su presentación es un asco, uno que está acostumbrado a ve el licor en botellas, parece cómico, muy pastuso. De hecho es un trago muy popular en pasto, lo había conocido por unas personas que conocí la misma noche, en un bar de rock, con las que lo único que compartía era la bebida y pocas palabras. Al llegar a la casa esa noche había comprado mas licor y comida, que era todo el resultado que mi amigo admiraba y con lo cual dice con cara de compinche: “usted sino parce”… aun había licor en las botellas y algunas cervezas sin destapar así como cigarros. Llegamos pongo su maleta cerca el TV y me tiro en el sillón y lo prendo, mientras hago esto el recorre la casa de un piso con jardín trasero, cerca al jardín, encuentra la cocina… luego de un minuto regresa a la sala con comida en la mano… se sienta y desayuna, luego nos quedamos dormidos en la sala, el por el cansancio del viaje y yo por toda la juerga de la noche anterior.
Al despertarnos, como a las 2: pm, nos ponemos a fritar unas salchichas picantes españolas, comemos y nos vamos para la plaza central, nos vamos caminando para que conozca. Nos pasamos en la plaza central hasta las 6 de la noche planeando nuestro viaje hacia el ecuador, posteriormente al Perú, un viaje previsto para dentro de una semana, para reunir más dinero del que teníamos. Pasamos la tarde sentados y fue cayendo el frio nocturno de la ciudad, hasta cuando se hace fuerte que repela las mejillas nos fuimos para la casa. Prendimos el Tv de nuevo para ver el noticiero, pues haber si había problemas en la frontera, mientras tanto bebíamos las cervezas que me habían quedado de la noche anterior, que eran como 8. No las bebemos todas, salgo a comprar más, como 10, luego terminamos bebiendo licor fuerte, la casa pasada a humo de cigarrillo, pasadas las horas llegan las 2 y estamos ebrios. Mi amigo dice: “armando vámonos para Ipiales” y yo con risas acepto, de destrabe cogemos un taxi para la terminar haber si alcanzamos algún transportillo para Ipiales, y da que sí, nos vamos borrachos para Ipiales, nos vamos bebiendo en la buseta, que va metida en la oscuridad de las enormes montañas de Nariño, abismo profundos, hasta dos horas después y de aguantar la luz de la TV del bus que mostraba una película de Vicente Fernández, llegamos a Ipiales, a un termina todo feo, con atmosfera de ser peligroso. Cogemos otro taxi, y pedimos que nos lleve a cualquier hotelucho por allí, y damos con él, bastante barato y con la mala energía, damos en un motel lleno de prostitutas, íbamos de mochileros con algo de dinero, borrachos e impulsivos, porque era un viaje que habías planeado de tiempo atrás, ya estábamos mentalizados a meternos a cualquier cosa así, como ya sabíamos lo que nos deparaba de frente a viajar con poco dinero hacia el Perú, con tal vez destino a la Patagonia y Brasil, Sebastián iba armado con un cuchillo grandísimo, en su chaqueta de jean, así que entra el cómo mas seguridad, el motel era de poca monta pero no era de ambiente de ladronzuelos pero bueno no conocíamos y teníamos la premisa, que casi todos tienen, donde hay putas hay ratas. Así que entra con su mano metida en la chaqueta, solo le faltaba el diente de oro y el sombrero de medio lado, pide la habitación mas económica con dos camas separadas, mientras el recepcionista, si así se le puede mira cual hay disponible, chicas se le ofrecen, no mas diciendo mientras las mira: “no gracias”. El recepcionista dice que hay una, saca las llaves del casillero y subimos hasta el cuarto piso, por unas escaleras de color como rojo vino tinto, viejas, ventanas viejas, mientras llegamos hasta nuestra habitación, varias personas medio abren sus puertas para observar quienes son los que llegan. Llegamos a nuestra habitación, dos camas, tendidas con sabanas del mismo color de las escaleras, una mesita de noche, y un asiento, no se para que. Tiramos las maletas, mi amigo paga, y asegura la puerta, y al rato me ilustra para que era el asiento, atrancando la puerta, pone su cuchillote bajo la almohada se quita, los zapatos, las medias, se estira en la cama, ya se nos ha calmado la borrachera, solo nos quedan cigarrillos, los cual fumamos mientras hablamos, llegando las 6 de la mañana, nos dormimos.

Llegan las 12 del día, hora de buscar algo para el estomago, miro por la ventana y veo la plaza y le comento a mi amigo que al parecer estamos en el centro del pueblo, los lugares más peligrosos de casi todo pueblo o ciudad de Colombia. Bajamos a buscar comida, alrededor del parque hay muchos restaurantes, y bebederos, panaderías, y lugares de cambio de dólares, tanto como en negocios como simples personas en la plaza que cambia dólares y pesos. Entramos a comer a un sitiecito bien y barato. En el cual nos miran unas mujeres, yo ni idea, habría de haber sido el paisaje borroso del alcohol de la pasada noche, Sebastián me dice: “esas son las putas del hotel armando”… a mi me da es risa, mientras las saludo.
Acabamos, pagamos y nos sentamos en la plaza a reposar y mirar el paisaje, como hasta las 4 de la tarde. Dichoso, ningún mochilero prueba la tranquilidad así, estaría buscando plata o alguien a quien tramar para estar estable o tener posada, eso lo veríamos después. Llegan las 4 y nos metemos a una sala de internet, a escuchar música en youtube, gastando el dinero bobamente, se acaba el tiempo, salimos no sentamos a ver la gente ya irse para su casa, como dos vagos, al rato, Sebastián dice: “bebamos que hijueputa”. Y yo: “nooo, parce descansemos”. Pasa el rato, nos pasamos para el parque, ya de noche, me dice que va comprar unos cigarrillos… los espero mientras analizo el paisaje de unos paisas que a mi parecer estaban haciendo negocios raros, pasas 8 minutos y llega Sebastián con una botella ya abierta de aguardiente, como asegurando que yo no sé la hiciera devolver, yo lo miro y me dice: “si quieres no bebas”. Y nos ponemos a discutir, porque no había recordado que yo había guardado mi billetera en su maleta y de donde saco el dinero de ese hotelucho, como se había gastado la plata así tan bobamente. Que no pasaba nada me decía, que luego los conseguía, cosa que pues le creí ya que él era y es aun una persona, muy estilo al paisa, el consigue las cosas así sea metiendo gato por liebre.
Ninguno de los dos somos ni hemos sido alcohólicos ni nada de eso, pero andábamos desatados, ya que había comprado el trago, pues bebí hasta que compramos mas y mas, y hicimos lo mismo que en pasto, al llegar las 10 cogimos taxi para la frontera, la cual estaba cerrada, pero había paso de taxis, el das habías cerrado. Seguimos bebiendo y bebiendo y nos dio hartera, y nos fuimos para quito sin pedir los papeles, sin tarjeta andina, sin sellos ni nada. Sebastián se va vomitando todo el trayecto hasta quito, malo del estomago, mareado, yo me voy venteando, normal, solo pensando en ese viaje que había desordenado el trago…y que supuestamente habíamos planeado. El se duerme y luego yo. Llegamos a quito de día, con solo 50 dólares, los cuales uso para alentar a Sebastián, con tinto y comida, sigue vomitando pero pues sigue indispuesto, echado en una banca del terminal, diciéndome: “armando estamos sin la tarjeta andina, que mierda, estamos supuestamente de ilegales en este hijueputa país”, yo me echo a reír, y le digo: “tan guevon vos, ni que fuera que nos hubiéramos pasado la frontera de Tijuana o algo así, no pasa nada”. Me pregunta agarrándose el estomago: “¿qué hacemos? ¿Buscamos hotel?”… yo le digo que pues si.
Nos salimos de la terminal, vamos para el centro, rodeamos la casa del presidente, la biblioteca, el teatro, y otros lugares, hasta sentarnos al frente de la casa presidencial en quito. Nos ven las mochilas la gente que trabaja por allí. Recuerdo a un evangélico gritar que todo este mundo se iba ir a la… después de observa todo esto, yo le digo a Sebastián: “vámonos de quito, devolvámonos” y aunque estaba malo todavía me dice con fuerza: “ni por el putas, ya estamos aquí, dame los 20 dólares, cojamos mas camino hacia abajo”. Yo no le doy nada, pero le digo que vamos a ver al terminal hasta dónde podemos bajar con esos 20 dólares, y para curiosidad esos 20 dólares nos lleva más abajo a una hora a una ciudad rara, y dice que no y saca el mapa que traíamos. Al rato me dice: “con esto nos llevan hasta manta”. Dicho y hecho, con cara indispuesta enreda al conductor diciendo que somos hermanos y que nuestra madre acaba de morir, que necesitamos llegar hasta nuestra supuesta ciudad natal. Nos subimos y cruzamos la mitad de ecuador con 20 dólares, cuando normalmente se haría con 100 ese recorrido. Llegamos a manta, que ciudad más bonita, mi tipo de ciudad, con playa y mar. Llegamos directo a playa murciélago, está llena de piedras, grandes, un poco más pequeñas que las de Cartagena. Vemos que en esta playa no se puede dormir pues porque está muy cerca a una autopista, preguntamos a un hippie donde montan las carpas, me dice que en una playa a 15 minutos. Subimos y la encontramos rápidamente, vamos hacia el mar, nadamos un rato de noche. Al rato llegan unos señores ebrios, como llegando a hacer picnic a esa hora en la playa y a nadar algo ebrios, pero que al rato, Sebastián, se acerca a hablarles, y les pide plata. Llega con 2 dólares y me dice: “parce, póngase las pilas pues, pida, que ya sabe, acuérdese de Cartagena” y yo con mi desanimo y pereza le digo: “que va guevon, yo fui el que puso la plata para traerte hasta acá, que viene a improvisar, pida usted”, Dicha que me duro poco, pues luego de haber dormido en la casa del salva vida, con tierra en la espalda y rascándome, al día siguiente me toco hacerlo. Con un dólar compramos seviche. El otro lo dejamos para ver qué pasaba en la mañana.
Llega la mañana, la gente trotando en la playa, las cochas saliditas por que la marea ha retrocedido, bajamos de nuevo a playa murciélago, nos encontramos a unos hippies y pedidos unos nylon haber si pescamos, que ingenuos, como si fuéramos pescadores. Nada pescamos. Nos vamos a un restaurante barato, compartimos la comida. Nos devolvemos para la playa, llegan los pescadores. Mi amigo pregunta que si necesitan ayuda, que nada. Luego llegan a sacar tierra de la playa para alguna construcción supongo, voy yo. Nada.
Me meto a nadar mejor, para no aburrirme. Al rato llega un barquito que da paseos a turistas, y a Sebastián le da disque por subirse, como si tuviera dinero para pagar. Lo bajan. Y dice de descaro: “parce denos un recorridito para ver”. Inmediatamente el pelado se da cuenta que somos colombianos, por el “parce”. Y nos dice: “colochos, que hay para vender…ropa, esas zapatillas se las compro”. Me da risa, nos vieron la cara de necesitados pues, pero a la vez me digo a mi mismo, me importa un culo, ya tenemos plata, comida y transporte. A ese señor le vendimos un buso de marca, una brújula de la ONU que le había dado el ACNUR a mi hermana, unos fósforos que prenden así estén mojados, pero nada de zapatillas. Ciertamente el pelado nos tumba, porque la brújula es bien cara y el buso también, nos da 15 dólares. Y nos da la vueltilla en el barquito, al rato nos vamos a comer y volvemos al terminal, esta vez me toca hablar a mí y digo lo mismo que dijo sebastian en quito, con poca credibilidad, tal vez porque no me duele el estomago y no hago caras feas, como las que le hacía, intente y intente y nada, bajamos a buscar más plata y nada, volvemos y echamos lo mismo, hasta que un bus se queda incompleto en pasajeros y para completarlo nos suben por 10m dólares hasta Guayaquil. Seguimos mochileando. Pasamos la noche en el bus, llegamos a las 7 a Guayaquil.
Guayaquil lo andamos, todo el centro, es una ciudad más o menos, buscamos las playas pero están a una hora, nos regresamos al terminal, a pedir plata. No conseguimos nada, y pasamos noche en el terminal, malo, pues estamos sin documentos, y si nos piden, nos vamos de calabozo y en otro país no aguanta. Al llegar la mañana, salimos a buscar plata, ya no teníamos ni la remota idea de devolvernos, solo la Patagonia y sin nos cogían, nos robaron diríamos, ya estaba craneado. No teníamos ni miedo. Pasamos la mañana consiguiendo plata, pero no habíamos comido así que gastamos lo del transporte, tocaba pedir en la tarde. Lo logramos. A las 7 nos fuimos para Machala y de Machala cogimos sin movernos, hacia huaquillas, nos hicimos porque solo habíamos pagado hasta máchala, no nos bajaron por suerte. Continuamos, llegamos a huaquillas, mala ciudad para llegar de noche y sin plata, pues siendo ciudad fronteriza, pegada a aguas verdes, se sentía la fuerte presencia del narcotráfico, carros buenos, motos por donde quiera, estábamos frente al Perú. Había negocios raros, se sentía, Sin embargo no pasamos a Perú, nos quedamos, cometiendo el descaro de quedarnos en migración del ecuador, donde no nos pidieron nada, ni papeles ni nada. Amanece, y cruzamos la frontera, caminamos hasta tumbes, peru, 2 horas dura el viaje bajo un sol horrible. Llegamos, pedimos jugo a una señora que vende jugos de naranja, hasta nos regala naranjas. Llegamos a la plaza de tumbes, yo miro a Sebastián cansado, y le digo riendome: “somos los inmigrantes ilegales pues”, se echa a reír y resalta: “uy parce, haha, violamos las leyes de inmigración de dos países, igual, son paisitos, pero pues… y encima dormimos en migración de ecuador? Me dice preguntadose irónicamente. Que descaro”… yo agrego: “todo por estar de mala copa, ya ve no, que mierda”… pasamos la mañana así, a punta de naranjas, cansados. Hasta el mediodía que bajamos hasta una especie de “galería”, allí pedimos, comimos hasta saciarnos, llenos, los peruanos son muy accesibles, uno pide y le dan, así también fue cuando mochiliabamos en Colombia, la gente también es muy accesible, pero en ecuador fue la pesadilla. Nos volvemos a la plaza, nos tiramos a dormir en el malenco, cerca el rio tumbes que es grande. Estamos llenos no hay problema, el problema nos llega a las 3 de la tarde, cuando pregunto, donde vamos a dormir, allí también le entra esa preocupación a Sebastián. Nos movemos hasta una plazoleta, llamada los libertadores, donde hay bastante ejército y muchas estatuas de libertadores. Sebastián se echa a pedir dinero, con excusas tontas, que disque necesita devolverse para Colombia, cuando es para abajo que vamos cogiendo, para el sur. Entre eso conoce a un paisa, que nos presta 20 soles para hotel, vaya suerte. La noche pasa, llega el medio día, comemos, y el paisano nos pone a trabajar al día siguiente, nos da un gimnasio por la noche para vigilar y dormir de una vez, diciéndonos: “no se ponga con raras, que ya saben que del Perú no salen pues”. Nosotros contestamos: “no pasa nada parce, relájese”. Contestando: “bueno”, agregando: “los ayudo porque son colombianos, los colombianos somos entradores”. Nos despedimos de e, lo vemos irse y solo vive a media cuadra, el barrio es más o menos, de extracto 3.
Mientras pasamos noche nos decimos: “parce llamemos a Colombia, pidamos un giro”. Cosa que hacemos y cosa que nos niegan. Pailas ya estamos en Perú.
Seguimos en Perú, en el gimnasio con ese paisa del cual sospechamos diciendo siempre: “paisa en frontera, anda en raras”. Lo único cierto es que el man si andaba en raras, que hasta nos consigue los papeles de estadía y todo legal después de una semana de estar en el Perú como pago, nos quedamos trabajando con él durante un año. Vendiendo celulares. Estos celulares venían del ecuador, eran robados todos, los vendíamos como nuevos en una tienda como las que conoces en san Andresito., algo similar.
Nos hicimos grandes amigos de un contrabandista. De ahí para allá todo fue más cómodo.

VIAJE

D. M. L

Eran las 3:30 pm del día, 8 de junio del 2009 y aun no se escuchaba aquella voz suave y ligera que es común en los altavoces de los aeropuertos. Sentada en esa silla azul, al lado de un gran paquete de revistas no podía abandonar ese miedo intenso que me invadía el solo hecho de pensar que tenía que abordar el avión. A mi alrededor se escuchan miles de voces, todas expresando su gran emoción por tal viaje tan esperado; Comencé a pensar que había dentro de mi q no me permitía sentir tal grado de alegría por solo viajar, un hecho aparentemente común. Es impresionante la diversidad de gente que logre observar en esos instantes tan complicados de mi vida. A mi lado derecho se encontraba una pareja de aproximadamente 20 años de edad, una mujer alta, cabello rojizo, ojos claros y con una vestimenta algo extraña, sostenía un dialogo con un hombre bajo, color canela, ojos oscuros y mirada penetrante. Con la intención de distraer mi temor, decidí atrevidamente escuchar su conversación y para mi mala suerte la chica de cabello rojizo estaba pasando también por mi situación, -ojala no todo salga bien y lleguemos vivos- le dijo a su compañero, al cual al parecer ese miedo le causaba mucha gracia pues de una empezó a reírse fuertemente. Pasaron aproximadamente 2 horas cuando de nuevo el altavoz se pronunció, -Pasajeros del vuelo con destino a San Andrés favor abordar el avión- En ese momento sentí un sin número de mariposas en mi estómago, sin embargo era muy tarde ya y como dijo la bocina, tenía que abordar el avión.
-Señorita, su asiento es el 16 A, dijo la azafata, caminé por ese estrello pasillo en busca de mi asiento, realmente no sé cómo no desmaye en ese momento por sobreproducción de ideas horribles en mi cabeza, imaginé cualquier tipo de cosas, como que el avión caía en el mar o quizá estrellábamos contra una gran montaña o que simplemente era tanta mi adrenalina en esos instantes que sufriría un infarto; a su vez observaba la gente que ya se había sentado, todos con caras felices, expresando una inmensa alegría y emoción por su viaje...Un grupo de 5 compañeros con una botella de tequila, al ver eso solo pude pensar, ¿será que pasaban por mi situación y decidieron embriagarse para sentirse mejo?, tal vez quien sabe, el caso era que estaban totalmente relajados a diferencia mía que cada vez aumentaba mi tensión. Tome asiento, a mi lado izquierdo estaba una de mis compañeras de clase, la verdad no expresaba ninguna emoción, estaba totalmente concentrada en si ipod, y aparentemente estaba dormida pues cerraba sus ojos a la vez que tatareaba un par de canciones. A mi lado derecho, oh sorpresa una pequeña ventana que a mi parecer era gigante pues alcanzaba a ver más de lo que se supone no debía ver. De nuevo aquella voz que me provoca un miedo severo.-Pasajeros abrochen sus cinturones despegaremos- En ese momento solo vino a mi cabeza mi mamá con sus lindas frases de aliento –nena no te preocupes vas para san Andrés, tu excursión, que tanto añoraste- me invadió una gran tristeza, de nuevo venían a mi esos pensamientos absurdos que me atemorizaban, ¿y si se cae el avión?... ¿y si fuera la última vez que la vi?, solo cerré mis ojos y pensé, Dios sácame de esta!...Despego el avión, mis pies comenzaron a temblar, mi compañera de al lado guardo su ipod y se durmió, ¡y Yo?... debía hacer lo mismo, cerré mis ojos pero sentía que el corazón empezaba a notarse en mi pecho de la cantidad exagerada de latidos que producía, era aterrador.
5:30pm, abro mis ojos, y escucho de nuevo la bocina –cerrar por favor las ventanas, aterrizaremos- y me di cuenta que me había quedado dormida, y que no había pasado nada, seguía viva. Un gran estruendo se escucho al aterrizar el avión, una incómoda sensación de calor y de piel pegajosa, era lo que ahora invadía mis pensamientos, solo quería dar gracias a Dios porque había llegado a san Andrés sana y salva.
Nos bajamos del avión, reclamamos las maletas, y cogimos un taxi al hotel. En ese recorrido me di cuenta que estaba en un lugar genial, era una isla hermosa, llena de palmas, blanca arena, y un hermoso mar de muchos colores. En fin, no quería pensar en mi incómoda situación en el avión solo quería pensar ahora en las experiencias en ese hermoso paraíso; Para en 8 días volver a repetir mi trauma en el viaje de regreso.

TEMPORALMENTE, REGGAE

A.M. G. S.


Parece que tengo que poner un poco de “Cultura Profética” para acordarme de ese fin de semana. Fue justo después de Navidad, esa semanita donde todo el mundo llega a su casa después de haber gastado el sueldo en Cartagena (por dar un vano ejemplo). El jueves que llegué a Palmira estaba preocupada por que no había podido presentar el examen de nivelación de Ingles para entrar a la universidad. Me la había pasado seis meses haciendo prácticamente nada, llendo todos los santos días al Colombo Americano (que era mas cualquier tipo de recocha que estudio, último nivel, High Intermedia) de 10:15 am a 12:00 pm, y como me mude para Cali, nunca pude adquirir el cartón de graduada. Era una molestia. Y mas molesto era no poder ir a la endemoniada entrevista a la universidad, pero todo tenia justificación. Todo por Raíz Urbana. Dormí en casa de mi mama esa vez, y prepare la maleta, por que Jorge me había dicho que salíamos el viernes, muy a las 4:00 de la tarde (La misma hora del examen al que nunca iría). Fui a odontología por la mañana (por fin sin Brackets!), y esperé a que los chicos me llamaran para ir a la estación. Pero no lo harían. Afortunadamente llame como a la una, luego de almuerzo, a preguntar como era el dichoso viaje. Y me salen con que es al otro día! Sábado en la mañana. Maldita sea. Con ellos siempre es lo mismo. Nunca toman las decisiones con uno, siempre se las comunican por teléfono, y eso, cuando lo hacen. ¿Que hubiera pasado si yo no les hubiera marcado? Ahora corro para poder llegar a la Autónoma, y alcanzar a presentar la prueba. Si no, me toca ver Ingles I como todo el mundo. Llego justo a tiempo, y lo hago a la carrera, para regresar de nuevo a Palmira. Muy bien todo, hasta la entrevista personal con los profesores. Nivel Quinto, gracias a un hermoso 2.5 que saque inexplicablemente en las 10 preguntas del nivel 3, (algo decepcionante personalmente pues creí saber lo suficiente). Corro al MIO, y llego hasta Jardín Plaza, para darme cuenta de que no tengo saldo en la tarjeta, ni plata. Varada en Jardín Plaza, decido esperar a que papa salga del trabajo para llevarme a Palmira. Ya esta muy tarde, y la verdad, hartera si me da coger bus a esa hora. Papá siempre tiene la costumbre de llegar tarde a toda parte. Papá y todos los Gómez. Y yo estoy casi famélica esperándolo, justo en la plazoleta de comidas, viendo a Raimundo y todo el mundo con su hamburguesita de Mc Donald’s en la mano. Sin plata, y sin paciencia. Leo Andrés Caicedo (Buen des estresante) hasta ver que papá llega. Con rabia me compra algo de comer en Burguer King. ¿Por qué lo he hecho salir de su trabajo? Repica ¿Cuál es la vaina de estarlo asarando? El no es un chofer. El tiene cosas más importantes que hacer. “Usted tiene que aprender a bandearse sola-me dice-Ya no esta con su mamá que se lo hacia todo. No hay que ser tan mimado en la vida. La próxima vez administre bien su plata, y aprenda a coger bus”.
Vamos recta Cali-Palmira. La música mía siempre puesta a todo taco. Lo único que me gusta del carro de mi papá es eso. Primero, que tiene puerto para poner música de mp3 y de IPod, y segundo, que él me deja poner mi música (cosa que mamá nunca hacía). Pero de resto, el carro de mi papá es una molestia. Es un BMW azul petróleo brillante. Resalta por donde sea, por que solo hay dos en Cali. Cada vez que entro en él, siento que me quemo al sentarme. Demasiado fino para mí. Prefiero ir en bicicleta a los ensayos con los muchachos, que esperar a que mi papá me lleve. Allá o a cualquier otro lado. Gracioso que tengamos un BMW en casa, pero que yo todavía no tenga cama en mi cuarto, y no tengamos nevera. Llegamos a la unidad donde viven mi mamá y mi hermanita, se voltea, y me da un billete de 50, para que no me muera de hambre por allá. Papá nunca sube al apartamento, siempre se queda en el parqueadero, hace que mi hermanita baje (casi siempre en pantuflas) le da un beso y se va. Supongo que teme subir y que mi mamá este con el novio este que se consiguió hace ya dos años. No se lo traga ni a palos. “Rodolfo el Reno” le dice. Alcanzo a hablar un rato con mi madre, para des atrasarnos de lo que ha pasado en la semana. Mis dos días de inducción, el aseo del nuevo apartamento, Rodolfo, el por qué todavía no soy capaz de conseguir novio, su trabajo, cosas varias de mujeres. Desde que me mude a Cali, siempre es lo mismo. Charlamos un tiempito en la noche, y al día siguiente, todo lo ocupan Raíz Urbana y Morphine Crash. Mamá es muy celosa con mis amigos, y siempre le ha gustado que el tiempo sea solo para ella. Pero con Raíz Urbana y Morphine Crash aparentemente no quiere molestarme, por que sabe que mi pasión es la música, y que es muy importante para mi vida y mi desarrollo profesional. A veces pienso que ella y papá son los únicos de mi familia que enserio me ven sobre un escenario, moviendo masas, con fans, viviendo de eso. Y bueno, ellos son lo único que importa. Si no me dieran su aprobación, da igual, sigo adelante. Gracias a la vida que no es así (Mas paz para mi y para ellos).
Traigo a cuenta la pelea que tuvimos hace ya varios meses, cuando les conté del viaje, que en principio estaba postulado para noviembre. Noviembre 22 para ser más exactos. El agarrón fue el día del cumpleaños de mi mamá (pobrecita), con mi papá a bordo. Él estaba salido de la ropa y era el único que hablaba. Que como se me ocurría que me iba a ir sola, con seis hombres, y con instrumentos buenos que nos podían robar en el camino. Que con que plata, que en donde íbamos a dormir, que por que íbamos a tocar en un bar de mala muerte. Que yo era una menor de edad ¿Y si me cogía la policía en el eje cafetero? ¿Qué era lo que iba a comer? Mínimo había marihuana de por medio. Y como no, en una banda reggae. El esta dispuesto a apoyarme en la música, (cosa que el siempre quiso practicar y nunca pudo) pero siempre y cuando no me meta en los “terrenos peligrosos” en los que me gusta meterme. No se si es que espera que nuestra banda toque en las zonas verdes de las universidades privadas, o en las kermeses de los colegios. Y la cara que pusieron los de la banda cuando les conté. “Ridiculeces-me dice Jorge-nuestra música no es para gente ignorante, niñitos ricos” (Lo cual duele, por que siempre he sido del sector privado) ¿Cómo es posible que la única forma en que valla sea llevando a mi papá conmigo? No nos imaginamos a mi papa en un bar reggae, viendo a ese montón de gente rara, con dreadlocks, fumando yerba. Le da un patatús. Y mi mamá no dice nada. Ella me apoya 100%, y me deja ir. Incluso dijo que iba a firmar un permiso que uno le presenta a los tombos cuando llevan a menores a tocar a bares. A mi se me hace que es más bien por llevarle la contraria a mi papá. Pero igual, como diría todo nerd, mi mamá me ama y quiere lo mejor para mi. El único problema que le vio fue que en Pereira vive Andrés, ese típico ex novio que le partió la vida en dos a uno. Mi mamá lo detesta, y seguramente siempre temió que yo fuera solo a encontrarme con él, y a hacer no se que cuantas cosas, además de que la fecha del toque caía el mismo día que cumplíamos tres años de habernos cuadrado (Y podía temer con toda seguridad :D ) Y ahora todo era un lecho de rosas. Se corrió la fecha a enero, ya cuando me había ido a vivir con mi papá. Nadie dijo nada, y todo sucedió tal y como lo conté. Mejor ni preguntar por qué.
Me levanté tempranísimo, por que soy muy lenta en eso de arreglarme. Me puse mi mejor pinta (Una camisa de cuadros grises, mis vaqueros viejos y mis amados skaters). Me veo al espejo. Buena pinta en el mundo alterno, una nena que se cree niño para la demás gente. Pero así me he vestido toda la vida y así me veía esa noche en el escenario. Me plancho el pelo, mi dije de guitarra siempre al cuello y caigo a la casa de Jorge. La puerta abierta de par en par, los instrumentos empacados en el piso del patio delantero. Reggae a todo volumen, Manu Chao, creo. Solo falta Julián, el de la percusión menor (como siempre). Todos bailan y tararean ordenando las maletas, sacando sacos para el frío. La familia de Jorge no esta hace ya como un mes. Se fueron de vacaciones de diciembre a Venezuela y el no quiso ir. Allá ellos y sus cosas, dejar a un pelado de 20 años solo en la casa. Llega Julián y nos vamos. Caminamos no se cuantas cuadras con guitarras, bombos y platillos en los hombros, riéndonos de vainas, contando anécdotas graciosas. Y que El Flaco no valla a hacer la de las otras veces cuando terminemos la canción de “Paz sin miedo”, que nos toca aplaudir, y el es todo a motriz para eso. Siempre se pone el pic en la boca, suelta la guitarra y amaga un rato. Eso siempre es gracioso, pero donde lo haga allá en la tarima, no soy capaz de cantar de la risa. Esto va a ser extrañísimo para mí, que nunca he vivido nada parecido. Extrañísimo y pesado para alguien de mi edad. Se que la cantidad de gente y de pot que veré, será demasiada para mis pulmones. Me preocupa sentirme sola en una ciudad que no conozco, e incómoda con la situación.
-David-le digo en inglés a mi bajista. Aunque todos le decimos El Ratón-¿Tu fumas?
Él se ríe.
-No princesa, a mi no me gusta eso-responde con esa vocesota tan varonil que tiene-Además mi familia es cristiana y no le parecen esas cosas-Lo miro con cara de ternero degollado y el me sonríe-No te preocupés que yo te cuido, andá conmigo.
David siempre me ha inspirado una amistad inigualable. Lo abrazo con dificultad (es supremamente alto) y nos quedamos unos minutos en silencio mientras llegamos a la terminal y vemos el bus en que nos vamos a subir.
-¡Que nervios Anita! ¡Nunca había hecho dos toques seguidos!-Me dice por fin.
-¿Dos toques?-pregunto-¿cuales dos toques?
-Hoy vamos a tocar en Pereira, y mañana por la noche en Cartago.
-No jodas-hablo-Yo tengo que llegar mañana temprano a Cali. El lunes es mi primer día de universidad.
Voy a donde Jorge zapateando.
-Cual es la joda con esto-reclamo-el trato no fue ese. A lo menos me hubieran avisado.
-Relájese hombre-me tranquiliza-Usted siempre con su mala vibra. Mañana tocamos por la nochecita, y apenas no bajemos del escenario yo la enchuspo en un bus pa’ su casa.
¿Por qué se ríe y le da tan igual? No es cualquier día el que voy a faltar. Es el primer día. Hago mala cara.
-Ya estando aquí no se puede hacer nada-me dice el Costeño (El baterista)-¿A lo menos trajiste el permiso de tu mamá?
Demonios. Se me ha olvidado. Ya me vi en un CAI a la una de la mañana. Ese es un vicio mío, cada vez que veo un policía, corro o me escondo, como por inercia.
-¿Que voy a hacer?
-Jah proveerá Anis-dice Julián. Él que es el más volado de todos. Parece que no le importara nada, nunca. Siempre se le olvida algo, es impuntual de naturaleza, y habla y se mueve en cámara lenta. Pero cuando estamos tristes siempre nos pone de buenas. Se ve todo gracioso con esos dreadlocks, por que es rubio, blanco, pecoso y bien parecido.
-¡No te nos tirés el viaje!-refunfuña Jorge.
-Sois una manda de gilipollas-habla Danny, nuestro Dj. Un colombiano criado en España, otro producto del sueño americano-Ella apenas es una cría, que va a saber de todas estas cosas. Es más que obvio que tiene que estar angustiada.
Pero tienen razón, ya que se va a hacer. No puedo reconocer qué impulso me lleva a Pereira, aunque no halla llevado permiso, ni ropa para más días. Nos subimos al bus, y soy la primera que cojo ventana. Amo la ventana, el viento. El primero que se me sienta al lado es Jorge. Aun queda una conversación pendiente de hace ya un tiempo, en la que él me dijo que yo le gustaba, y que iba a esperar a que me sintiera cómoda con él y con la banda. Pero el tiempo pasó, él en Halloween se consiguió otra novia, y nunca hablamos al respecto. Y la verdad no quiero hacerlo, así que no le hablo mucho. Tomamos fotos todo el camino, nos reímos de las pachotadas del Costeño (Esa manera de mezclar su lenguaje con lo vallecaucano), escuchamos una y otra vez el único single que hemos grabado (“Vibra Natural” esta en todos nuestros celulares) y escuchamos música en nuestros reproductores. El Flaco, que comparte mis auriculares me pide que ponga reggae, pero yo le digo que no. Es que, para que tanto reggae. Todo el fin de semana va a ser de reggae. Mi mente necesita airearse un rato, por que me pasa que me hastío y ya luego no lo canto con sentimiento. Siempre me aburro rápido de las cosas. Llegamos hasta Cartago, y hacemos “trasbordo” a otra buseta que nos lleva hasta Pereira. Y vuelva a acomodar instrumentos. Me imagino que Jorge va que se lo lleva el diablo, por que no puede permitir que le pase nada a sus preciados instrumentos. Y para colmo de males, en la mitad del camino traquea algo terrible que hace que la busetica pare. Todos jurábamos que se había caído “África”, una de las guitarras, la bebe de Jorge. Afortunadamente fue una llanta baja, que resistió hasta que llegamos a Pereira.
A mi me entraron maripositas en el estómago. Podrá sonar un poco infantil, pero era la primera vez en mi vida que sucedía una cosa de estas. Detalle por la ventana ese puente donde se ha suicidado un montón de gente, según me dijo Andrés un día. ¿Dónde estaría? Nunca tuve la plena seguridad de que nos encontráramos. Solo esperaba que viera los volantes pegados por toda la ciudad con nuestro nombre, y fuera al bar esa noche. “Irie Reggae Bar presenta a las dos mejores bandas de reggae del Valle del Cauca, D’ Jembé por Cali, y Raíz Urbana por Palmira”.
En la terminal nos tomamos varias fotos, y la gente nos miraba con cara extraña, con tanta cosa que traíamos encima. Llamamos a Manuel, el amigo nuestro que es dueño de Irie Bar en Pereira y nos dio la dirección del bar. Tomamos dos taxis. Me la paso pensando ¿Dónde es que vamos a dormir? ¿Será que vamos a dormir en el bar o que? Ojalá que sea un bar bonito, por que yo siempre me las pico de todoterreno, pero me da cosita. No se que vamos a comer tampoco, y no traje toalla, ni cobija. No se me olvida la cabeza por que la tengo pegada. No soy tan diferente a Julián, en todo caso. Los muchachos sacan la mano por la ventana y se hacen señas de taxi a taxi. Arribamos en pleno centro. Veo que Jorge se saca un fajo de billetes del canguro que lleva en la cintura y le paga a los taxistas. Frente a nosotros hay una puerta pequeñita y delgadita con el nombre del bar. Esta pintada verde, amarilla y roja, como es tradicional. Se parece a la puertica de Runas, el bar reggae de Palmira, (del que son dueños nuestros managers), que es angosta a la entrada y luego descubre un lugar inmenso. El tipo que nos ha abierto es como otros rastafaris colombianos, irreconocible. Lo mismo: Dreadlocks largos, barba y con cara de dormido. Nos saluda con un “Paz Brothers, que bueno que llegaron” y se va dejándonos en la entrada. Atravesamos la primera etapa, y logro ver a plena luz del sol, un piso con muchos cuartos, con las paredes llenas de grafitis. Identifiqué con facilidad uno en especial, que tiene la figura de un dedo pulgar con alitas. Ese es de un grafitero al que le dicen “El Maquinista” (no se por que) famosísimo en esta ciudad. Lo sé por que me agregó por FaceBook y hemos hablado varias veces.
Dejamos las cosas sobre una poltrona vieja, llena de polvo y sin resortes, y nos dedicamos a recorrer el sitio. Para mi muy interna incomodidad, el suelo esta lleno de botellas de cerveza, colillas de cigarrillo y manchones de comida. Las sillitas de madera están arrinconadas y desbaratadas, y el lugar es muy angosto. Hay un cuarto grande sin puertas que tiene una mesa de billar, dos baños (mujeres y hombres) una barrita improvisada con un trozo de madera que pareció pertenecer a una tabla de surf hace mucho tiempo. A lado hay un cuarto de donde proviene música reggae y entra y sale gente. A mas o menos cinco metros, donde estoy, se alcanza a oler la Ganga (entiéndase como marihuana para los rastafaris). Pero yo ya estoy acostumbrada. Me tuve que acostumbrar luego de ese conciertazo de Alika en la concha acústica en Cali. Entre el cuarto de billar y este último hay un agujero que da a un piso oculto en la parte de abajo. Allí vemos la batería básica, con algunas plantas y cableado. Al ratón y a mi nos ha entrado la curiosidad de bajar a ver la tarima, para saber a que nos enfrentamos en la noche. Encuentro un patio pequeño (único espacio con luz de sol) y luego una puerta abierta con unas escaleras gigantes que nos guían abajo. Allí esta la barra principal (Mas organizada), dos televisores pequeños, una pista de baile con una esfera de espejos en el techo, y de frente, la famosa tarima. Yo nunca me pongo a pensar en los nervios. Simplemente mido mi espacio en el escenario para saber como y donde puedo bailar y animar el público, sin ir a dañar nada del cableado. Que la gente, que la letra de la canción, que se me olvide, que no pueda cantar, eso no me importa mucho. A veces se me olvida calentar antes de tocar, si no es por que el ratón me lo recuerda. Al lado de la tarima hay un cuartico con la consola de sonido, y enseguida otros dos baños, todo, igual de sucio que el primer piso. Subimos un poco más animados y vemos a la gente en el cuarto principal, escuchando reggae. Decidimos pasar al cuarto. Hay varios chicos ensayando y fumando. El bajista ha dejado con la boca abierta a nuestro ratón, que dice que el tipo sabe muchísimo de funk y reggae. Nos saludan a todos y alcanzo a identificar a nuestro amigo Manuel. Manuel siempre me pareció lindo, desde que fue a Palmira, a ayudarnos con nuestro primer toque frente a la estación. Paisa tenia que ser, me decía Carolina (una cantante que se salió de la banda hace ya un mes), y era cierto, por que era perfectamente alterno, y además cantaba ragga de una forma única. Pero se tiró toda ilusión cuando lo vi en Runas esa misma noche, perdido (No se si por la cerveza o por la Ganga) diciéndome que me quedara un rato más. Paradójicamente, en el rango amoroso, no me puede gustar la gente que fume Ganga. Ganga, o tabaco, o lo que sea. Da igual.
Lo veo y me da risa. Nos saluda con gracia y nos invita a unirnos. Me pasa un micrófono, antes limpiándole el receptor. Esta es la parte que más me gusta de la música que hacemos. No hemos conocido a los que estaban en el cuarto, pero comenzamos a improvisar con los instrumentos y voces y todo ha fluido. Como soy la única voz femenina, siempre me la paso haciendo figuritas agudas con la voz, sin letra, solo para seguir de fondo, y cuando Manuel o Jorge cantan lo que parezca un coro, yo los sigo con segundas voces. El Costeño y Julián se prenden con el cununo y los timbales y el bajista le presta el bajo al ratón para que aprenda algunas notas funk. Es necesario, nos dice Danny, grabar todo lo que hagamos. Y en un segundo, con la grabadora de la cámara, hemos hecho, los chicos extraños y nosotros, una canción. No recuerdo muchos apartes de ella, solo que cantábamos en diferentes tonos “No le des fuerza a Babilonia”. Me siento orgullosa de compartir con tan grandes genios una banda que ha ido progresando con esfuerzo, y la verdad verdad, con mucho talento.
Pasado un rato, Manuel interrumpe para decirles que deben ponerse en marcha para lo de esa noche. Nosotros tomamos un break, y salimos a caminar por el centro, tratando de encontrar un sitio donde comer. Julián parece conocer muy bien la zona. Y es que él antes tenía una banda muy famosa que se llamaba Latido Reggae, y ya habían venido a Pereira, pero lastimosamente se debilitó cuando el cantante se fue a vivir a Bogotá. Nosotros, se puede decir, somos la sombra de lo que quedó de ellos. Apenas ellos se separaron, nosotros empezamos a sonar. Arrimamos a comer bandeja paisa con spaggettis (combinación extraña) y como siempre, Jorge peleó, por que no le parecía el precio, y por que como es vegetariano, no quería comer bandeja. Ha de notarse también, que Jorge siempre pone problema por todo, a lo menos desde mi punto de vista. El debe estar pensando lo mismo de mí, por que me complico con permisos de mamás, y primeros días de universidad. Eso me había venido molestando esos últimos seis meses, que había convivido más con ellos. Así que no me moví del restaurante, y el se fue con el Flaco y el Ratón al restaurante de enseguida. A mi tampoco me van a venir a mandar.
-¡Vamos a visitar a Palito!-Nos dijo ese día Juliancho. Y nosotros ni idea de quien era ese man.
-Que nos vamos a ir ome, si tenemos que llegar temprano para poder ensayar antes del toque-Dijo el Ratón.
-Pues son las dos de la tarde, tíos! El bar lo abren más o menos a las siete y media, ocho-calculo Danny-¡Vámonos!
Aceptamos después de la contundente argumentación, y si les soy sincera, no me preocupe en lo más mínimo, ni siquiera a sabiendas de que Julián era el que estaba cargo. Pero caminamos demasiado y parecíamos no llegar a ninguna parte. Y una cosa es caminarse toda Palmira, e incluso toda Cali, pero Pereira tiene muchas pendientes y cuestas. Sentíamos subir por una gran montaña, mientras veíamos conjuntos cerrados de gente nice, tiendas, y carros último modelo. Nos llovió. Tocó escamparnos en un café internet (irónicamente se llamaba Don Ratón.com). La señora del café internet nos dijo que hace mucho que no llovía, y nosotros asumimos con gracia que fue por que nosotros estábamos en la ciudad. El Ratón y yo nos atrevimos a mojarnos un rato, y mientras la espera, hicimos carreras con barquitos de papel. Gané yo. Luego me llamó el organizador del toque de Cartago, un tal Alex. Dijo que no nos preocupáramos, que el toque era por la tardecita, tipo cuatro, y que nos iban a poner de primeros para que pudiéramos viajar en el primer bus por la noche. Sin embargo el Coste dice que no nos confiemos. En Cartago no hay escena reggae, y pueden complicarse las cosas, al ser el primer evento de esos que se presenta. Pero yo confío en que sea como el tipo nos dice. Salimos ya cuando estaba escampando, pero las chispeadera duró todo el camino. Me sentía cansada, con dolor en toda parte, se me había mojado mi planchado cabello, mis super skates y mis vaqueros, y no se por que presentía que íbamos a llegar tarde a la prueba de sonido. Los amenacé con que me iba a dar resfriado y que no podría cantar por la noche, pero Julián siguió con su idea loca de ir a visitar al tal Palito ¿Qué Palito no tenia un nombre más decente? Ese man debía estar o muy bueno, o tener muy buena comida en casa como para que valiera la pena la viajada tan tremenda. Mi preocupación empezó cuando dejamos de ver casas de ricos y comenzamos a ver letreros que decían “Finca La María” y “Pereira a tantos kilómetros” ¿Dónde demonios estamos? Ni quise mirar la hora. Luego aparecieron varias casas de interés social. Un barrio no muy ameno, cabe resaltar, pero iba con ellos, y no le presté mucha importancia. Con frío y hambre llegamos a la casa del famosísimo Palito (la más alejada de todas, frente a una colina muy bonita) con temor de que mirara Julián y dijera “¿Quien es que es este?”. Afortunadamente nos recibió con un saludo cósmico, y nos invitó a seguir. Dentro estaba su novia (en un estado no muy cómodo de contar), y otro personaje con su respectiva novia. Pareciera ser una casa de estudiantes universitarios que dejó de ser subsidiada por los papás de los habitantes. Nos prestaron colchonetas, cobijas y toallas, e incluso algunos de nosotros se atrevieron a tomar una ducha. Y es algo ya contado antes, esa tremenda facilidad que tienen todos de socializar, como si se hubieran conocido hace años. En un momento, todos éramos hermanos. Palito empezó a contar que había viajado hasta la guajira solo esas vacaciones. No tenía dinero, salió con las manos en los bolsillos, caminando, y en el trayecto hizo malabares, cantó, le leyó la mano a las señoras, y así juntó plata en cada pueblo hasta llegara la guajira. Para mí es común que lo hagan. Julián mantiene yéndose para Calima así, y se la pasa tocando cununo y haciendo malabares. No me ha dicho por qué lo hace. Aventura y conocimiento, será, por que los papás tienen bastante plata para pagarle los pasajes. Y es que Julián se ha alejado mucho de su apariencia de niño de colegio privado, para convertirse en el ser medio árbol que es ahora. Cada quien con su cuento.
Palito ha traído una cosa a la que ellos le dicen Narguila, un pie de madera donde se hecha cualquier esencia, y al que le sale un tubito con una boquilla, donde la gente aspira. O a lo menos eso es lo que veo de lejos, por que Jorge le ha dicho a él y a su amigo que ni a mí ni al Ratón nos gusta esa joda, y así está muy bien. El Costeño, el Flaco y Danny fueron por leche, pan y chocolate, y han llegado antes de que comience de nuevo a llover. El chocolate les quedó un poco aguado, pero que lo dejen así, que yo no me pienso meter a la cocina a ayudar a nada. No quiero que me vean como la mamá que les cocina, que les recoge la ropa, que les dice que se les hace tarde para llegar a la prueba de sonido. El Ratón y yo hablamos bastante, hasta la hora de irnos, esta vez y gracias a la madre naturaleza, en taxi. Y Jorge vuelve a sacar su fajo de billetes. Eso es la plata que recolectamos con las rifas de diciembre, adicional a nuestros dos toques anteriores. Lo que me indigna es que cuando a uno lo invitan a tocar a otra ciudad, le tienen que pagar transporte, alimentación y estadía. Y yo no había visto ninguna de las anteriores. Pero si sabía la razón, por que Jorge me había advertido por teléfono que nosotros íbamos por nuestra cuenta. Que Manuel le había dicho “No mano, es que si invito a D’ Jembe, no puedo pagarles lo del pasaje a ustedes, solo sería ahí mas o menos la comida y la estadía, y eso que no de lujo, entonces mejor no” y este bobo había “acordado con el grupo” que no importaba, que nosotros nos bandeábamos como podíamos. Y yo pues acepté sin protestar, por que si no, complicaba más las cosas.
Al llegar, era evidente que Manuel estaba parado en las pestañas. Nos colgamos los instrumentos de una y comenzamos a ensayar. Pero el Costeño estaba muy perdido con el ritmo de la batería y decidimos hacer un receso. Jorge me dice que se es que el Coste no ha sabido manejar lo de la yerba, y que así no lo podemos subir al escenario, por que si no se nos tira todo. Y yo lo veo ahí sonriendo mirando la bola de espejos en el techo. Tiene razón. Le damos un vaso con agua y terminamos de ensayar. Hay unas chicas haciendo el aseo del lugar, y menos mal. Logramos nivelar todo, pese a eso, y pese a la insistencia de un sonidista que salió de la nada a regañarnos. Él y Manuel nos examinaron un rato. Me sentí un poco incómoda por la forma en que me miraban, pero la cosa no paso a mayores. Luego Manuel nos llevó a un hostal junto con la otra banda, donde nos mostró nuestra habitación. Un baño grande, un camarote y una cama doble, “Ahí verán como se acomodan”. Yo en eso si soy muy relajada. Confío bastante en mi banda, y no me molesta dormir en la misma habitación, siempre que hallan reglas. Tome la cama de abajo solo para mí y los otros se acomodaron en pareja. Se bañaron y mandaron a bañar al Coste para que se le quitara el despiste. Yo me planché el cabello mientras tanto. Luego lo acostamos a dormir y le pusimos una almohada encima. Tomamos fotos graciosas y pusimos música en mi laptop. Al cabo de un rato, el ratón me invitó a que calentáramos las voces un rato, y es que no les he dicho que él sabe mucho de voces, por que canta muy bien (igualito al de “Los Cafres”) y estuvo en una academia. Y yo que empiezo a cantar, y la voz se me fue en par patadas. Todos brincaron de las camas angustiados. Era cierta la amenaza inocente que hice en la tarde. Será buscarle algo caliente para que se tome antes de que sea muy tarde, dicen. Mi voz sonaba como hablando por un tarro de leche Klim vacío.
Las calles cercanas a Irie están llenas de bares temáticos. A medida que caminamos por ellas (yo con un buso, con la capucha arriba, por el frío y la voz), vemos estancias góticas, tertuliaderos, y gente diferente en cada calle, todos alternos, la mayoría vestida de colores oscuros. El ambiente debe parecerse bastante al de las grandes ciudades, que son como sectorizadas, y me hace sentir bien, refrescada de estar en un lugar tan diverso, diferente a las cuatro paredes del apartamento de mi papa, y sobre todo, lejos del mundo común. Hemos encontrado un café, y pido un café caliente cargado con amaretto. La gente me mira raro, por lo encapuchada. Así sin quererlo me siento más cómoda. Tal vez es por que quiero que si Andrés esta por allí, no me encuentre. Luego del café caminamos varias cuadras. Julián se encuentra siempre gente en toda parte. Hay un tipo que le saludó que le dicen Crispeto, y con gran razón, con esa cabezota que se manda. Dicen que es uno de los fuertes del reggae allí en Pereira, y nos acompaña hasta el bar. ¡Se ve tan diferente de noche! Una obra de arte, con las luces de neón prendidas. La pintura de los grafitis es reflectiva y ambienta todo en un devenir casi orgásmico. La voz me volvió. Se que me ha vuelto, por que en ese instante me siento con una confianza infinita en mi misma. Desde que he cruzado la puerta, no he hecho si no imaginarme como voy a arrasar el escenario. Bajamos a la planta baja, y vemos un Dj con DreadLocks rubios larguísimos, con un equipo de mezcla último modelo, convenientemente de Apple, y unos auriculares gigantes medio colgados a los costados de la cabeza. Lo que veo es indescriptible. Mi canción favorita para bailar suena, “Whine Up” de Kat de Luna. La pista esta llena de gente que baila al ritmo del hip hop, que mueve las manos animando al Dj. Recuerdo haberme soñado eso cuando tenía como once años. Soñaba una noche en la que todos bailaran de todo un poco. Que se bailara salsa, electrónica, que se pogueara un rato, que se bailara reggae, y hasta cumbia. Pero a todos los que conocía les parecía una ridiculez que uno se pusiera a bailar cumbia en una discoteca, o que se pusiera a hacer pasos de hip-hop en una fiesta de casa. Así que eso fue como el paraíso, por que la gente bailaba lo que en mi pueblo nunca se atrevieron a bailar: Ragga, reggae, hip-hop y dance hall. Los de las escaleras nos abrían el paso mientras caminábamos en procesión. Yo al frente con mi capucha, y ellos a los lados, con cara de malos. Como para que nos hubieran filmado.
-Que alguien me diga quien es ese papanatas, que tiene un equipo último modelo-dice Danny. Debe sentirse frustrado, por que una mesita de vinilos como la suya no puede competir con un Apple computarizado. Pero hay que aceptar que ese Dj tiene buena onda. Esperamos un buen rato, preparándonos para iniciar la rumba. Es evidente que entramos de primeros, por que D’ Jembe tiene 1000 veces más peso que nosotros, y hay que respetar famas. Manuel anda para allá y para acá arreglando cables y cosas y de pasadón nos reparte a todos una ronda de cerveza. La cerveza es lo único que he aprendido a tomar y que disfruto por que me sabe bien. En especial cuando esta fría, con limón y sal. No soy capaz de tomar alguna otra cosa, no se si por que soy muy santurrona, o por que tengo paladar exquisito.
-Ahora falta ver que se le acabe el efecto del amaretto con esa cervecita, ¿no?-me regaña Jorge. Él como siempre. Me volteo y le doy la espalda. He hablado como siempre, un montón de cosas con el Ratón, mientras pasa el rato.
-Mirá para allá-me dice-pero disimuladita ¿No ves que Manuel te esta mirando?
Y veo que es cierto. Pues que se joda. Ya me calló gordo y no se puede hacer nada más allí. Voy al baño. Brinco unos minutos y veo como me voy a quitar la capucha sin que se me dañe el peinado. Trago varias veces saliva y abro la boca grande mostrándole los dientes a la pared. Lo hago más por diversión, no por que sea calentamiento. Es más, solo lo hago a veces, por que me parece que se ve genial en las películas. Suena una voz gruesísima por las paredes del baño.
-“Señoras y señores, esto es, ¡Raíz Urbana Sound System!” exclama.
Y es justo allí cuando aparecen los nervios. Es mejor tenerlos allí, y no antes, ni después, ya montada allá. Salí del baño pensando que apenas se subirían a tomar los instrumentos, pero mi sorpresa fue encontrarlos arriba, ya sonando. Jorge estaba desesperado buscándome, hasta que vio mi capucha entre tanta gente. Me hace señas para que suba rápido. Me abro paso entre la gente, diciendo “Permiso” y quitándome el buso. Por fin llego a la tarima, me subo, y veo los reflectores que me ciegan la vista. No lo pienso dos veces. Comienzo a batir masas.
-¿¿¡Como están Pereira!??-digo por el micrófono sonriendo. Con las sonrisas se logra todo. Ahí lo complicado es esperar a que la gente le responda a uno, no valla a ser que nadie diga nada y suene el típico grillito de fondo. Sería terrible. Pero a mí siempre me funciona. La gente grita emocionada. El resto es pan comido. Solo es hablar un momento sobre donde venimos, como se llama la siguiente canción, y comenzar a cantar. Cuando canto reggae siempre me nace bailar. Es un ritmo que se lleva fácil con las caderas, y las muevo por inercia. Solo por esta vez no me he preocupado por verle la cara de preocupación que siempre se trae Jorge con los solos de guitarra, ni por la rigidez de mi amigo el Ratón. Todos bailan. Creo que no hay nada más genial que la gente baile tu música. Uno que otro hace caras de satisfacción, como si dijeran “Uff, que banda tan buena”. Otros se muerden los labios y cierran los ojos llevando el ritmo. Es importante siempre dejarse llevar sin nada de nervios, pero tampoco distraerse. Soy la portadora de un mensaje valioso para nuestros escuchas. Debo hablar del sentido de nuestras canciones, del respeto hacia la naturaleza, de la paz que todos merecemos, de la igualdad en el mundo. La masa no conoce nuestras canciones, pero apenas ven que un coro se repite, se graban el pedazo para cantarlo con nosotros. Eso indica que hemos triunfado creándolas, sembrando conciencia. Afortunadamente el Coste ya está en buenas condiciones, y la energía que imprime esta al mil… Todo es tan perfecto! Además Danny imprime un toque único a la banda con sus platos de mezcla. No creo que haya una banda nacional de reggae que tenga un mezclador en vivo como parte del grupo. Amo sentirme original. Jorge me dice en medio de la trama que algo sucede con su pedal, que no suena lo suficiente. Miro hacia arriba y pregunto “¿Que tal allá arriba?”. La gente que nos mira desde el balcón de la primera planta dice que mi voz casi no se escucha. Oh my God. Manuel me hace señas desde la consola. Ha arreglado todo inconveniente. El show debe continuar. En la tercera canción, alguien desconocido de entre el público me alcanza una botella de ron. Es evidente que le digo que no, que gracias, por que fui criada como toda niña de casa: No le reciba nada a los extraños. La presión la comienzo a sentir cuando a veces la gente del fondo de la pista abre brechas entre ellos. Me hace pensar que por allí están pasando policías que me van a hacer parar de cantar y me van a pedir documentos. Pero no pueden haber nervios ahora, solo importa salir bien en el acto.
En la canción final todos esperamos que el Flaco no se equivoque. Que se ponga el pic en la boca, que suelte la guitarra, y que coja el ritmo de las palmas de una. Afortunadamente lo hace, y yo me sonrió apenas, pero sigo cantando. Nuestro show ha sido un éxito. Pero piden otra… ¡otra que no tenemos! Que bueno que somos gente recursiva. Jorge le pide a Crispeto, que está entre las demás personas, que suba un rato a improvisar, y ellos se largan a tocar notas inventadas de fondo mientras yo hago coros. Luego de ello nos bajamos del escenario con una sonrisa de oreja a oreja. Las personas nos atajan el paso para decirnos que tenemos una música excelente, que les regalemos nuestro myspace. Yo me prendo fuerte del Ratón.
-¡Cantaste super divino querida!-me dice una chica con voz ronca en un tono bastante sarcástico mientras me aprieta el ante brazo, y termina con un “JA-JA-JA” bastante marcado. Si es cierto que uno no es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. La niña se va taconeando por las escaleras con una botella de aguardiente en la mano.
-Ridícula-dice el Ratón abrazándome.
-Ana, hay un problema-dice Jorge, que vino corriendo entre la gente, y me arrebata de los brazos de David-Como que viene la policía.
Y a mi se me forma una cara de cólico impresionante ¿Y ahora que?
Jorge me dice que me tranquilice, que él me lleva a esconderme detrás de la barra. Allá hay un cuartico donde guardan los suplementos. Entre él y el barman (otro peludo de tantos) me meten dentro y cierran la puerta. Esto ya me ha tocado más de una vez. Estoy harta. No veo la hora en que me entreguen esa verraca contraseña, pero para Junio 19 falta harto. Me muerdo los dedos, me quito el esmalte de las uñas. D’Jembe empezó hace rato ya, y se nota que el man que canta tiene una voz impresionante. En eso se abre la puerta de nuevo, y es el barman.
-No te preocupes preciosa, ellos no pasaron del primer piso. Siempre pasa lo mismo. Alguien de afuera los soborna y ellos se van rapidito. Manada de vendidos-me dice riéndose. Me ve con cara de ternura, como si acabara de sacar a un conejo de una jaula. Pero yo soy muy temerosa. Le dije que prefería quedarme cerca a él un rato, si no le molestaba, por si me tocaba volver a esconderme. El se ríe y acepta. Me dice que canté muy bien, que a él le dicen Scratch y que estudia en la UTP. Me escribe en una servilleta el e-mail y su myspace, y me dice que él tiene conocidos con una disquera. Manuel, que momentáneamente se acerca a tomarse una cerveza, me dice que no le ponga cuidado, que Scratch solo trata de conquistarme, y nos hace reírnos. Luego llega Jorge, a decirme que no hay nadie, que por qué no vamos a bailar. Jorge siempre eme invita a bailar las primeras piezas.
-¿Ustedes son novios?-Nos pregunta Scratch a Jorge y a mi.
-¿Por que? Pregunta Jorge, mientras yo de isofacto, al mismo tiempo digo NO, rotundo.
-Ah….es que su química en el escenario les hace parecer que si-dice sonriendo y rascándose la cabeza. Nosotros nos miramos de repente. No se que esté pensando él, pero yo me recalco que NO. NO y punto. Definitivamente, nunca me gustó.
-Vamos a bailar pues-me insiste. Supongo que es por que soy la única mujer que conoce de allí. O eso espero. Dejamos a Manuel y a Scratch lejos. Bailamos varias piezas. Unas con Jorge, otras con el Flaco (que es más tieso que cualquiera) y una sola con el Ratón. Danny no baila, y Julián se ha ido con el Costeño a buscar “Yales”. No se por qué terminan criticando tanto el reggaetón. Si, las letras son horribles, y pordebajean mucho a la mujer, pero el tipo de música que bailamos esa noche, la bailamos muy parecido a lo que bailan los “gomelos de las universidades high”. Igual, yo no pregunto nada, por que lo disfruto también. Por eso luego de un tiempo, en lo transcurrido de mi adolescencia, he aprendido a no criticar nada, ni a nadie, y tampoco a catalogarme como “niña rica” o “gomela” o “rockera” o lo que sea. Uno simplemente hace lo que le gusta, y deja que los otros hagan lo mismo. Pero eso es difícil hacérselo entender a ellos. Y que conste, que son mis amigos, pero no repito ni lo que dicen, ni lo que hacen. Cuando terminó D’ Jembe, hicieron otra improvisación masiva. Me invitaron al micrófono. Yo comencé a hacer mis ritmitos de fondo, cuando Crispeto ha cantado algo así como “A ver, a ver, que bien la estoy pasando, pero yo quiero ver ahora a Ana improvisando”. Me quedé con la mente en blanco. Seguí tarareando, pero todos me miraron esperando que sacara algo a flote. Nunca había improvisado. Cerré los ojos, me tiré al ruedo, y terminé diciendo toda una estrofa. Fue una experiencia basta y llena, a mí parecer ¡Otro logro más!
Muy a las tres de la mañana nos prendieron las luces. Todo el mundo juicioso y sin protestar se fue a su casa, y nosotros fuimos a nuestra habitación, por que al otro día teníamos que recoger todo para partir a Cartago. Le he pedido a Danny que se quede afuera si quiere fumar, no valla a ser que nos echen luego del hostal y nos toque dormir en la calle. Entré y dormí con un lirón.
Jorge durmió en la cama de arriba. Me despertó punteándome en la panza con el dedo índice “Vea, niña fea, despiértese, ¡vea!”. Cuando abrí los ojos, Danny se estaba fumando otro cigarro. Danny fuma de todo, parece una chimenea. Siempre criticó que aquí en Colombia uno no puede andar con nada en las manos, por la policía se lo quita. Lo único que admiten aquí, es la corrupción. Lo que sí hace daño. O eso dice él. Nos bañamos, nos vestimos y nos encontramos a D’ Jembe en el pasillo, también fumando. La música de ellos es muy buena. Nos pasaron un CD entero con sus canciones, y las copiamos en mi computadora. Luego salimos todos a comprar el desayuno. Allá a la panadería llegó Manuel. Que como se nos ocurría comer a esas horas, si el almuerzo ya había llegado al bar. Y es que eran como las doce y media de la tarde.
Y el famosísimo almuerzo no era nada más y nada menos que dos potes inmensos de arroz chino. Es lo más barato que venden en toda parte, por que hay muchos gatos en todas las ciudades. Había uno para los vegetarianos, y otro para los demás. Comiendo ahí estaba el súper Dj de la noche anterior. Nos dimos cuenta que era Italiano, y nos contó que había venido a la gira (Pereira-Cartago) por que la novia es colombiana, tenia apenas 17 años y le había pedido el favor de que ayudara a Manuel a planear el evento. Con razón tenía tan buena tecnología. Luego nos dieron las dos y media, y pedimos dos taxis para ir de nuevo a la terminal. Julián no quería irse, por que Crispeto dijo que nos acompañaba, y hasta el momento no había llegado al terminal.
-Váyanse ustedes yo me quedo esperándolo-dijo finalmente, luego de ver todo el show que le formó Jorge por que íbamos a llegar tarde. Nuestra buseta salió dejando atrás a Juliancho. Al salir, un niño se subió a vendernos galletas. Nos impresionó mucho su forma de vender, por que para su edad (unos ocho añitos) era muy suspicaz. Le compramos toda una caja, y nos tomamos una foto con él. Se llamaba Hernando, todavía me acuerdo. Me quedé dormida todo el trayecto, hasta que me despertaron para ir a un local que quedaba cerca del “Parque de las Brujitas”. Bajamos las maletas una cuadra antes y logramos llegar al local. Decía “Restaurante” en la entrada. De él salió un niño de quince años, creo, que guarda rasgos muy similares a los de Tom Kraulitz, el guitarrista de Tokio Hotel. Él era el misterioso Alex. El Coste podía tener razón, ese evento no estaba bien planeado. Cuando entramos al local, ¡Era muy pequeño! Corríamos con suerte si cabía la batería. Sin embargo nos acomodamos como pudimos. Lo malo fue que eran las seis de la tarde, y no se veía que mucha gente viniera. Y eso que Alex había dicho que además de nosotros, D`Jembe y el Dj Italiano, habría una banda sorpresa. Pero yo solo pensaba en que mi mamá me había llamado ya varias veces para saber si iba en camino, y nosotros nada de nada. Mientras se arreglaba el problema, Jorge y el Flaco se fueron a averiguar hasta que horas salían buses, pero se demoraron mucho. Finalmente los organizadores nos dijeron que era mejor que empezáramos, y Jorge y el Flaco llegaron justo cuando ya estábamos todos ensamblados. Había más o menos cuarenta personas dentro, a la expectativa de comprobar qué era estar en una escena reggae. Teníamos que dejarles una buena impresión. Apenas salimos a tocar, a la gente se le dibujó una sonrisa en la cara. Me ha tocado insistirles que bailen, que se muevan, pero al final lo lograron. Algunos incógnitos hicieron break dance y otros tantos bailaron en parejas. Salimos satisfechos, pero tarde. Eran ya las ocho y media. Nunca llegaría a tiempo a casa. Exigí que me pasaran mis maletas, pero resultó ser que las habían metido en un cuarto detrás de donde habían armado el escenario. Nos tocó esperar a que todas las bandas se presentaran y llamar a mamá a darle la mala noticia. Y ella estaba pegada al techo ¿Como me iría a ir el primer día de universidad?
Jorge se me acercó en uno de esos espacios vacíos.
-Vos me dijiste en diciembre que necesitabas hablar conmigo sobre algo-dijo-¿me querés decir que era?
Yo lo recordé. Era cierto, necesitaba decir que no estaba de acuerdo con su actitud en muchos aspectos. Lo saqué un andén y hablamos un rato. Pero nunca me dio su opinión. Solo dijo “Ajam”, “Ok”, “Vale”. No creo que halla tomado muy en cuenta nada.
Resultó ser que la última banda era Yerbabuena. Yerbabuena es para nosotros la crema y nata del reggae underground a nivel colombiano. Todo el mundo los conoce. Eran un gran ejemplo para nosotros, además de ser la banda que lideraba nuestro amigo Manuel. Nos quedamos atónitos mirándolos. Al escenario se subió una chica de baja estatura, de cabellos negros y tez blanca. Tenía unos lentes gigantes de color amarillo, una blusa de tirantes del mismo color, unos vaqueros parecidos a los míos, y unas zapatillas negras con la bandera rasta (verde, amarillo y rojo). Sin decir nada inicial, se largaron a tocar. Un ritmo rápido, enérgico, donde Manuel decía “Alta mega vibración, energía que nos quema, yo digo digo yerba, ustedes dicen buena!”…. Y la gente le respondía al sonar de la batería: “Yerba”: “Buena”: “Yerba”: “Buena”.
La banda era un reflejo de nosotros mismos. En la batería un chico castaño, igual que el Coste, un hombre altísimo en el bajo (el que estaba tocando funk) como el Ratón, Un Guitarrista secundario como El Flaco, uno principal que rapeaba (Manuel), como Jorge, una nena que cantaba, como yo, y en vez de percusionista menor (Julián en sus timbales) Había un pianista. No se si me sentí atraída, o me dieron celos, de tener elementos iguales, y trabajar tan distinto. Luego la cosa se empezó a complicar. Los organizadores tuvieron que decirles más temprano a los chicos de Yerbabuena que terminaran, por que si la policía veía tal desorganización y a los menores fumando, iban a tener problemas con la ley. Manuel hizo una transformación increíble, de ser tranquilo, a estar furioso por que no era culpa de ellos. Debieron haber contratado mejor seguridad, para que no pasaran esos accidentes. Y perdón, pero gracias a eso fue que pudimos sacar nuestras maletas, ya muy a las 10 de la noche. Lo bueno fue que llegamos a la estación y aún había buses.
Recuerdo subirme. Jorge se me sienta al lado de nuevo. Suspiro. El trayecto es largo y tengo muchas cosas en qué pensar.
Hay una canción de Cultura profética que se llama Ideas Nuevas y dice que “…Hay que aprender a desaprender, No es contradicción, es enmendarse. No todo lo que se ve es realidad, No todo lo que se escucha es la verdad...Debemos aprender que no todo lo que se enseña nos hace crecer.Disculpénme, disculpa mi insistencia, pero a mi me gusta cantar mis verdades...”. Y tal vez tengan razón. No todo lo que he visto en mi viaje (en ese y en el general de la vida) es en realidad lo que necesito. Solo necesito mi música y creer en mi misma. No soy capaz de definirme, ni radicalizarme como ellos, ni de negar que vengo de la sociedad de la que vengo. Mi papá sigue teniendo un BMW, y sigo teniendo un nivel cinco de inglés en una universidad privada. Amo Raiz Urbana, pero planeo continuar con mi vida, cueste lo que cueste. Otra experiencia más.
A.G.G.

Tenía unos 7 años….en esa época q todo era cero preocupaciones e inocencias, jugaba como todos los días con mis primos en la casa de una tia(esa tia que es como la mama de todos, porque a todos cuando pequeños nos cuido y lo sigue haciendo)después de la guardería sin pensar que en cualquier momento algo podría suceder, todo transcurría normalmente, unos cuantos regaños que no faltaban cada día por lo insoportable que tal vez éramos, jugábamos con un como se puede decir mmm triciclo, pero era algo raro una cosa gigante, rojo parecía mas una bicicleta en fin… jugábamos a darle vuelticas a toda la casa que tiene unos espacios grandes y despejados…todos montaban y esperaban su turno con muchas ansias y era chistoso que ni siquiera nuestros pequeños piecitos alcanzaban bien los pedales en esa cosa gigante, pero como fuera los alcanzábamos y felices disfrutábamos cada momento hasta que el “turno” acababa todos montaban hasta que me toco ,estaba feliz de estas ahí montada sin pensar en lo que podía pasar, había un primo más grande que todos y nos ayudaba cuando estábamos ahí moneados o como le quieran decir , el me ayudo hasta que en un momento tal vez me empujo muy duro y no podía pasar grite como una loquita hasta que me recibió un muro que tenia al frente y me di un fuerte golpe en la frente de donde de pronto empezó a salir una gran cantidad de sangre todo fue tan rápido, me toque donde me había golpeado y sentí un gran hueco pero no sabía en realidad que había pasado estaba con desconcertada y un poco desubicada, se que una de mis primas que ya están muchísimo más grande fue rápido haber que había pasado, buscaron una toalla y la pusieron sobre mi frente para que la sangre cesara un poco mientras me llevaban a una clínica o algo así me quedaron muy pocos recuerdos de después que me monte a un taxi creo d hay no se que mas paso como que me quede dormida, solo sé que cuando me desperté tenía como cuatro puntos en mi frente y que al final quedaron en una pequeña cicatriz

jueves, 25 de marzo de 2010

UN GRAN ABISMO

G. A F. B.

En un día cualquiera hace unos 6 o 7 años atrás, no se le veía nada de especial, como siempre me había levantado a las 5:40 A.M para ir al colegio, luego de haber terminado las clases lleguè al apartamento a las 2:10 P.M como siempre, timbro, Marisela la empleada domestica me abre la puerta, sigo hacia mi cuarto, me quito todo lo que me estorba del colegio. Por fin es viernes y quiero cambiar la rutina, salir con mis amigos molestar un rato, en fin tantas cosas que hay para hacer, como siempre le pido el favor a mari que me sirva el almuerzo, muero de hambre, luego de un rato escucho su llamado a la mesa, mientras me siento en la mesa mari me dice que tiene que salir un rato a hacer una diligencia me advierte que se va a demorar un poco por lo que voy a estar solo en el apartamento por un buen rato, la verdad no le vi ningún problema.
El apartamento quedaba en un 6to piso, el día muy soleado, ya empezaba a caer la tarde por lo que soplaban fuertes vientos que son comunes en los pisos altos cuando estàn todas las ventanas abiertas hasta más no poder, yo sentado, casi tirado en la silla frente al PC jugando cualquier cosa mientras esperaba algún llamado de mis amigos para salir a hacer algo, escucho por la ventana un chiflido que ya reconozco, dos soniditos agudos con un ritmo muy característico de llamado, me asomo de una por la ventana mirando hacia la portería de la unidad, donde siempre llegaba la gente para hacer bajar a los demás, y así empezar un fin de semana que seguro estaría lleno de cosas por hacer, le respondo a Nicolás que subiera un momento que le iba a mostrar algo del juego, al poco tiempo escucho el timbre, voy y abro la puerta, encuentro que esta con Diana la niña que me gusta, salgo a saludar, le digo a Nicolás que entre para que viera lo que tenía en el juego para mostrarle, Diana dice que no, le da pena, la verdad no entendía por què, bueno a fin de cuentas a una nena tan linda no se le puede obligar a nada, decidimos no ver nada del juego ese tema quedo cancelado desde el momento que Diana dijo “NO”, nos sentamos en las escaleras que daban al frente de la puerta del apartamento empezamos a hablar de cuanta cosa se nos ocurría.
de lo entretenido y ahuevado que estaba se me olvidó que el apartamento estaba solo, además las ventanas abiertas a full, con el viento de las 4 de la tarde hasta que escuché un boooooom, era la puerta de la entrada del apartamento que se había azotado en mi espalda, y yo como cosa rara solo tenía una pantaloneta puesta, en ese momento no se me pasaba ninguna idea para tratar de abrir la puerta, una opción era esperar a que llegara mi mama, pero como era viernes normalmente ella llegaba un poco tarde, a eso de las 9 P.M, entonces quedó descartada esa opción, también podía esperar a que llegara mari, pero no estaba seguro si ella hubiera sacado llaves del apartamento, pensé hasta en llamar un cerrajero pero la verdad no tenía dinero para poder pagarlo, Nicolás en un tono de burla me dijo “pásate por el balcón” en ese momento le dije:
- “vos sos guebon o que” nos sentamos un rato en las escaleras, hubo un silencio, creo que los tres estábamos pensando como abrir la puerta, luego de un rato intenté con el clásico método de la tarjeta, antes ya la había abierto así, pero por eso mismo mi mama había mandado a poner una chapa de seguridad ya que normalmente esas chapas son muy básicas, luego de un buen rato intentando abrir esa maldita puerta, ya me entraba el aburrimiento al mismo tiempo que la desesperación, la idea del balcón empezó a tomar importancia, aunque había un pequeño problema, tenía que pedirle permiso a mi vecino para poder entrar a su apartamento y pasarme de su balcón al mío, ya habían subido varios amigos cada uno había hecho su intento, hasta el rondero de la unidad que era una chimba de gente había metido mano en el intento de abrir esa puerta, hasta se ofreció a meterle un tiro a la chapa, pero el método era poco ortodoxo, ya habían pasado por lo menos 3 horas y nada que podíamos con la puerta , en ese lapso de tiempo habíamos bajado a dar vueltas por la unidad para quemar el tiempo, y yo como un total gamín en pantaloneta y descalzo, bueno a fin de cuentas estaba en la unidad que es mi casa, pero no se deja de sentir incomodidad por estar en esas fachas, me decidí y fui hasta el apartamento de mi vecino toque el timbre, espere un rato a que abrieran, abrió la empleada, pregunte por Don José a lo que ella me respondió que no estaba, entonces decidí decirle a ella la idea que tenía en mente, también era consciente que sería mucho más fácil convencerla a ella que a José, ella en la primera oportunidad se negó, empecé a disuadirla para que me permitiera pasar al balcón, le puse cara de regañado como una estrategia para que ayudara, luego de un momento accedió, ella me advertía que tuviera mucho cuidado, cuando entre en el apartamento que por cierto era muy bonito, en mi memoria era la primera vez que entraba, camine derecho hasta el ventanal principal a donde estaba en balcón que estaba separado del mío por un casi dos pasos, agarre la baranda fría en aluminio empecé a caminar hacia el costado para poder llegar al fin de ese balcón y poder pasar al mío, solo en ese momento me di cuenta que la idea era un poco arriesgada, en ese momento se me ocurrió mirar hacia abajo para constatar que estaba a 6 pisos del suelo, un resbalón, paso en falso, o si dejaba que el miedo me venciera, el problema pasaría de ser una simple chapa de una puerta a algo mucho más grave, poco a poco midiendo cada movimiento que realizaba, la adrenalina el miedo y cuanta cosa se puede sentir cuando te encuentras a esta altura asegurado tan solo por la fuerza que tenía en las manos y la habilidad de poder controlar tu cuerpo mientras atravesaba de un lado al otro entre las barrillas que hacían parte de la estructura de la contención del balcón, el momento en donde estaba entre los dos balcones fue el de más tensión estar pendiendo de dos pedazos de aluminio, pero ese era el puente para poder entrar a la casa y ya había tomado la decisión de hacerlo, echarse para atrás en ese punto ya no era una opción, por fin pude llegar al otro lado, estaba a un simple jalón de la mano y una escalada del balcón para estar dentro del apartamento, a pesar de los fuertes vientos mi cuerpo había sudado de una forma inusual, corrí hacia la puerta, en ese momento que atravesé la ventana sentí como si hubiera entrado en otra dimensión, haber entrado por el lugar más difícil a algo que es cotidiano pero que en ese momento estaba bloqueado
K. D. D. I.

Llevaba tan sólo 6 años de vida y aunque eso fue hace ya hace mucho tiempo lo recuerdo como si fuera el día de ayer.
Vivía en el norte de Cali, con mi papá y mi mamá que en ese tiempo todavía se “amaban”, vivíamos en un apartamento, exactamente en un 5to piso.
A la casa iba todos los días Eugenia, que era como mi “nana”, el tercer personaje de la familia y un cuarto pariente era Vilma, mi hermosa perra raza San Bernardo.
Mis papás trabajaban durante el día así que luego de llegar del colegio me la pasaba en compañía de Eugenia y e Vilma hasta mas o menos las 6 PM que llegaba mi mamá y me llevaba con ella para la Universidad donde estudiaba de noche por no dejarme sola y llegábamos a eso de las 9.30 PM hora en la cual mi papá ya había llegado de trabajar.
En las tarde por lo general me la pasaba viendo televisión, me acuerdo tanto cantar esa canción: “María la del barrio soy!”, esa y mil cosas más veía, entre esas una serie que me marcó la vida por completo: “La Cosa”. Un programa que el protagonista y villano era un maldito payaso con cara de asesino, colmillos cubiertos de sangre, ropa desgastada, cabello crespo y rojo, ojo color negro profundo e intimidante y un detalle muy importante: Mataba niños.
Lo daban mas o menos a las 3 o 4 de la tarde, cosa que no entiendo ni entenderé ya que a esa hora todos los niños han salido del colegio y el contenido, por cierto muy fuerte, no mencionaba que era para una público de mayores de 18 años o que sé yo.
Desde que empecé a ver la serie, comenzaron a pasar cosas muy peculiares, aunque suene irreal e infantil, las noches que me quedaba en casa con mi mamá porque no tenía que ir a la Universidad que eran 3 días a la semana, ella tipo 8 se veía una novela que no recuerdo en éstos momentos y yo me sentaba con ella en la sala de la casa.
Yo, sin ningún interés sobre la novela aquella, miraba a todos lados, entre ellos el pasillo para ir a los cuartos que quedaba al frente de donde estábamos sentadas; Vilma comenzó a ladrar repentinamente dirigiéndose hacia el pasillo aquel, y ahí estaba, parado, irrealmente, tal vez producto de mi imaginación, no sé! La cosa, el maldito payaso que yo odiaba pero que por alguna razón me seguía viendo a diario, haciéndome señas de ir donde él, totalmente tenebroso, totalmente indescriptible, totalmente irreal.
Pasaron mas o menos unos 20 minutos que me la pasé acurrucada al lado de mi mamá, abrazando las piernas y con la cabeza inclinada, esperando que aquel demoniaco personaje se fuera.
Ésta situación continuo por varios días, se había vuelto algo cotidiano pero escalofriante. En la tarde veía la serie, los dos días que estaba en casa con mi mamá, Vilma ladraba tipo 8.30 PM, , era como una alarma, un anuncio de que él estaba ahí, cuando Vilma dejaba de ladrar era aviso de que se había ido. Increíble no? Pero real.

Una vez se me ocurrió la gran idea de hacer una apuesta con un amigo del colegio, estaba en segundo y aposté que yo podía llevar sin problema un billete de $20.000, que en ese tiempo era el billete más grande que había.
Como por obvias razones mi mamá no me iba a dar así tan fácil un billete de $20.000, así que, cometí el error de llevarme uno sin permiso de mis papás.
En el colegio era raro de una niña de 6 años llevara un billete tan grande, la profesora me preguntó: -¿Daniela de dónde sacaste ese billete? Le respondí asustada: -Me lo dio mi mamá para el recreo. Muy inocente procedí a comprar con un billete de tal tamaño 3 insignificantes mentas de $50 cada una para mis amigas, nuevamente la profesora me llamó y me dijo: -Voy a llamar a t mamá para confirmar de que ella te dio el billete.
La cosa se puso pesada, le robé a mi mamá $20.000 y me habían pillado, bueno, aunque sea gané la apuesta.
Al llegar a la casa sentía el vacío de tan sólo saber de la llegada de mi mamá. El tiempo se me hacía eterno. Cuando llego de inmediato me le acerqué con el impulso de pedirle perdón pensando que la profesora la había llamado pero para mi sorpresa no lo sabia y cada palabra que dijera podría ser usada en mi contra.
Le conté lo sucedido, le pedí perdón, que no lo volvería a hacer, que sabía que me había equivocado, claro esta que en palabras de una niña de 6 años. Mis palabras no valieron mucho y aún así me castigaron, entre ello no me llevo esa noche con ella como solía hacerlo a la Universidad, me dijo: -Te quedarás aquí, esperando a tu papá y a que sepa lo que hiciste. Gran error.
Se fue, no quería que llegaran las 8 de la noche, de volvieron unas horas interminables para mi, y sucedió, Vilma comenzó a ladrar, estando yo sentada en el sofá que no dejaba ver hacía el pasillo aquel, televisor apagado, silencio absoluto y yo, ahí sentada, en la posición de siempre, acurrucada, abrazando las piernas, cabeza abajo y rezando por mi vida.
Los ladridos se volvían cada vez más insoportables, más fuertes más numerosos, de repente, sentí un frío a mi lado, y una voz dañina, distorsionada, indescriptible que me decía al oído: -Hoy cometiste un grave error. Por qué te dejo tu mamá sola? Eres mala. No deberías estar aquí, Vente conmigo.
Son unas palabras que jamás olvidaré, las tengo presentes porque me marcaron la vida.
Yo en mi lugar, rezaba cada vez más fuerte y tapaba mis oídos, lo hice por tanto rato que perdí la noción del tiempo y me quede dormida.
Me despertó mi papá que llegaba del trabajo y yo a símbolo de alivio lo abrace y le dije que no me dejara sola, me dijo: -¿Por qué estás aquí y no con tu mamá? Bueno, aquí se vinieron los problemas y las causas de mi acto, más castigos pero por lo menos estaba a salvo.

Gracias a Dios nos cambiamos de casa, a una casa y no un apartamento, nunca más volví a ver a ese payaso de nariz mal pintada, producto de mi imaginación? Un alma en pena? No lo sé, pero si sé que su aparición no quedo ahí, me marcó a pesar de su ausencia, me dejo un trauma eterno. Odio a los payasos.
A los 10 años ya olvidado éste hecho, fui a una fiesta donde el animador era un payaso, en cuanto lo vi, perdí la conciencia, me desmayé, repito, ODIO A LOS PAYASOS.
Hasta el día de hoy, tengo 19 años y les temo, y son lo peor para mi, esto fue lo que me dejo aquel maldito payaso que se me apareció cuando tenía 6 años.