viernes, 26 de marzo de 2010

VIAJE

D. M. L

Eran las 3:30 pm del día, 8 de junio del 2009 y aun no se escuchaba aquella voz suave y ligera que es común en los altavoces de los aeropuertos. Sentada en esa silla azul, al lado de un gran paquete de revistas no podía abandonar ese miedo intenso que me invadía el solo hecho de pensar que tenía que abordar el avión. A mi alrededor se escuchan miles de voces, todas expresando su gran emoción por tal viaje tan esperado; Comencé a pensar que había dentro de mi q no me permitía sentir tal grado de alegría por solo viajar, un hecho aparentemente común. Es impresionante la diversidad de gente que logre observar en esos instantes tan complicados de mi vida. A mi lado derecho se encontraba una pareja de aproximadamente 20 años de edad, una mujer alta, cabello rojizo, ojos claros y con una vestimenta algo extraña, sostenía un dialogo con un hombre bajo, color canela, ojos oscuros y mirada penetrante. Con la intención de distraer mi temor, decidí atrevidamente escuchar su conversación y para mi mala suerte la chica de cabello rojizo estaba pasando también por mi situación, -ojala no todo salga bien y lleguemos vivos- le dijo a su compañero, al cual al parecer ese miedo le causaba mucha gracia pues de una empezó a reírse fuertemente. Pasaron aproximadamente 2 horas cuando de nuevo el altavoz se pronunció, -Pasajeros del vuelo con destino a San Andrés favor abordar el avión- En ese momento sentí un sin número de mariposas en mi estómago, sin embargo era muy tarde ya y como dijo la bocina, tenía que abordar el avión.
-Señorita, su asiento es el 16 A, dijo la azafata, caminé por ese estrello pasillo en busca de mi asiento, realmente no sé cómo no desmaye en ese momento por sobreproducción de ideas horribles en mi cabeza, imaginé cualquier tipo de cosas, como que el avión caía en el mar o quizá estrellábamos contra una gran montaña o que simplemente era tanta mi adrenalina en esos instantes que sufriría un infarto; a su vez observaba la gente que ya se había sentado, todos con caras felices, expresando una inmensa alegría y emoción por su viaje...Un grupo de 5 compañeros con una botella de tequila, al ver eso solo pude pensar, ¿será que pasaban por mi situación y decidieron embriagarse para sentirse mejo?, tal vez quien sabe, el caso era que estaban totalmente relajados a diferencia mía que cada vez aumentaba mi tensión. Tome asiento, a mi lado izquierdo estaba una de mis compañeras de clase, la verdad no expresaba ninguna emoción, estaba totalmente concentrada en si ipod, y aparentemente estaba dormida pues cerraba sus ojos a la vez que tatareaba un par de canciones. A mi lado derecho, oh sorpresa una pequeña ventana que a mi parecer era gigante pues alcanzaba a ver más de lo que se supone no debía ver. De nuevo aquella voz que me provoca un miedo severo.-Pasajeros abrochen sus cinturones despegaremos- En ese momento solo vino a mi cabeza mi mamá con sus lindas frases de aliento –nena no te preocupes vas para san Andrés, tu excursión, que tanto añoraste- me invadió una gran tristeza, de nuevo venían a mi esos pensamientos absurdos que me atemorizaban, ¿y si se cae el avión?... ¿y si fuera la última vez que la vi?, solo cerré mis ojos y pensé, Dios sácame de esta!...Despego el avión, mis pies comenzaron a temblar, mi compañera de al lado guardo su ipod y se durmió, ¡y Yo?... debía hacer lo mismo, cerré mis ojos pero sentía que el corazón empezaba a notarse en mi pecho de la cantidad exagerada de latidos que producía, era aterrador.
5:30pm, abro mis ojos, y escucho de nuevo la bocina –cerrar por favor las ventanas, aterrizaremos- y me di cuenta que me había quedado dormida, y que no había pasado nada, seguía viva. Un gran estruendo se escucho al aterrizar el avión, una incómoda sensación de calor y de piel pegajosa, era lo que ahora invadía mis pensamientos, solo quería dar gracias a Dios porque había llegado a san Andrés sana y salva.
Nos bajamos del avión, reclamamos las maletas, y cogimos un taxi al hotel. En ese recorrido me di cuenta que estaba en un lugar genial, era una isla hermosa, llena de palmas, blanca arena, y un hermoso mar de muchos colores. En fin, no quería pensar en mi incómoda situación en el avión solo quería pensar ahora en las experiencias en ese hermoso paraíso; Para en 8 días volver a repetir mi trauma en el viaje de regreso.

1 comentario:

jennifer dijo...

tu anecdota fue muy buena tiene buen suspenso y describes muy bien todo pero creo que te debes fijar bien en al manera como escribes pues puedes confundir al lector, lograr que el lector se emocione con tu historia y crea una imaginacion la verdad muy divertida se nota la emocion.
me impacto mucho la parte donde dices que depronto esa era la ultima vez que verias a tu mama...eso es algo interezante...

recomendaciones:
cuanto escribas algo leelo varias veces para ver que errores tienes...
te felicito por tu anecdota