S. V. M.
Aún hoy pienso que fue un sueño. Todo apuntaba a que fuera un día como cualquier otro, pero sin duda alguna, sería el comienzo de una pasión que no ha conocido fin ni límite. Mientras transcurría el día, no podía sacármela de la cabeza, era mi idea constante, mi pensamiento continuo. Días antes estuve alimentando mi ansiedad con cada llamada, con cada momento en que pude verla, y pude sentir que era parte de mi mundo:
- Hola… - escuché por el frío auricular de mi teléfono.
- ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue hoy en la escuela? – pregunté con verdadero interés más que por buena educación. Y aún así, sus respuestas seguían siendo igual de concisas y tajantes:
- Bien, normal. ¿Y vos?
Mi pregunta siempre fue si ella preguntaba lo mismo porque quería saber cómo me había ido, o por no dejar el peso de la conversación recaer solo sobre mí. En fin, de cualquier manera, cada palabra suya era de un valor infinito, aunque daba cualquier cosa por verla y porque al final del día llegara el momento de poder olvidar cada problema e inquietud que albergara mi cabeza al verla a los ojos.
La noche anterior fue inolvidable. Vestida con un traje ceñido al cuerpo, con su singular figura, sus ojos brillantes, y la oscuridad de su cabello, parecía más una visión homérica, que la simple imagen de una mujer. Si Eva existió, tal vez ella era su imagen. Tarde aquella noche me llamó. La emoción hizo que el mundo fuera poco para mí. El cielo parecía haber bajado, y fue sorprendente como ver su nombre en la pantalla de mi celular iluminó cada rincón del lugar donde estaba con mis amigos intentando no pensar en el sueño imposible de tenerla.
- Hola! – exclamé no con pocas ganas de decirle que moría por verla y tenerla a mi lado.
- Hola, ¿cómo estás? – y el tono de interés que hubo en esa pregunta terminó de subirme a la nube de la que jamás quise bajarme.
-Bien ¿y tú?
- Bien, acabo de llegar a mi casa.
Por más que no hubiera una conversación profunda sobre todo aquello que realmente importaba con ella, el sentirla al otro lado del teléfono y saber que existía para ella, me dio alientos y ánimos para no desistir en mi propósito.
Acostado en mi cama, con la mirada perdida en el infinito de mi cielo falso, no pude parar de imaginar cada gesto, cada movimiento, cada suspiro que escapaban de aquellos labios por los cuales moría a cada instante, en los cuales tuve mis más grandes fantasías. Sin embargo, acostado en mi cama no pude imaginar lo que sucedería la noche siguiente. Al rayar la luz del día, la llamé como siempre solía hacerlo. Intenté imaginar cómo lucía esa mañana, acostada en la cama, con el rubor del sueño en su rostro, aún palpitando en sus mejillas; pero no pude sacarme esa foto de la cabeza, con su vestido y su cabello oscuro libre como las olas y el viento, listo para disfrutar las delicias de la noche que había pasado. Ese día estuve buscando la manera de verla, de encontrarla en cualquier lugar, en cualquier esquina, y veía en cada persona que pasaba el reflejo de su imagen. Llegó la noche. Parado frente a su puerta, después de timbrar una vez, el corazón estaba al límite de su ritmo, y con ansias esperaba el momento de ver el brillo de sus labios asomarse frente a mí. Cuando abrió la puerta, el cuerpo me ganó la lucha, y me lancé a su boca con el impulso que tiene un guerrero frente a la lucha. El momento había llegado… Y hasta aquí me permito contarlo, de lo contrario, las palabras aniquilarían la emoción de mi mejor noche.
3 comentarios:
Es una manera muy interesante de narrar una situación que aparentemente es sencilla.
Con descripciones claras crea suspenso y atrae hacia la lectura para saber en que termina la historia.
es facil de imaginar el sentimiento por una persona, pero no es facil recrear el instatnte en el que la situcion cambia de sentimiento.
facinante la inquietu que genera la narracion de detalles
Es demaciada buena la historia, la lectura te mete en el cuento con mucha facilidad, cumple con todos los parametros requeridos que se necesita para escribir una anecdota.
Felicitaciones.
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