jueves, 25 de marzo de 2010

K. D. D. I.

Llevaba tan sólo 6 años de vida y aunque eso fue hace ya hace mucho tiempo lo recuerdo como si fuera el día de ayer.
Vivía en el norte de Cali, con mi papá y mi mamá que en ese tiempo todavía se “amaban”, vivíamos en un apartamento, exactamente en un 5to piso.
A la casa iba todos los días Eugenia, que era como mi “nana”, el tercer personaje de la familia y un cuarto pariente era Vilma, mi hermosa perra raza San Bernardo.
Mis papás trabajaban durante el día así que luego de llegar del colegio me la pasaba en compañía de Eugenia y e Vilma hasta mas o menos las 6 PM que llegaba mi mamá y me llevaba con ella para la Universidad donde estudiaba de noche por no dejarme sola y llegábamos a eso de las 9.30 PM hora en la cual mi papá ya había llegado de trabajar.
En las tarde por lo general me la pasaba viendo televisión, me acuerdo tanto cantar esa canción: “María la del barrio soy!”, esa y mil cosas más veía, entre esas una serie que me marcó la vida por completo: “La Cosa”. Un programa que el protagonista y villano era un maldito payaso con cara de asesino, colmillos cubiertos de sangre, ropa desgastada, cabello crespo y rojo, ojo color negro profundo e intimidante y un detalle muy importante: Mataba niños.
Lo daban mas o menos a las 3 o 4 de la tarde, cosa que no entiendo ni entenderé ya que a esa hora todos los niños han salido del colegio y el contenido, por cierto muy fuerte, no mencionaba que era para una público de mayores de 18 años o que sé yo.
Desde que empecé a ver la serie, comenzaron a pasar cosas muy peculiares, aunque suene irreal e infantil, las noches que me quedaba en casa con mi mamá porque no tenía que ir a la Universidad que eran 3 días a la semana, ella tipo 8 se veía una novela que no recuerdo en éstos momentos y yo me sentaba con ella en la sala de la casa.
Yo, sin ningún interés sobre la novela aquella, miraba a todos lados, entre ellos el pasillo para ir a los cuartos que quedaba al frente de donde estábamos sentadas; Vilma comenzó a ladrar repentinamente dirigiéndose hacia el pasillo aquel, y ahí estaba, parado, irrealmente, tal vez producto de mi imaginación, no sé! La cosa, el maldito payaso que yo odiaba pero que por alguna razón me seguía viendo a diario, haciéndome señas de ir donde él, totalmente tenebroso, totalmente indescriptible, totalmente irreal.
Pasaron mas o menos unos 20 minutos que me la pasé acurrucada al lado de mi mamá, abrazando las piernas y con la cabeza inclinada, esperando que aquel demoniaco personaje se fuera.
Ésta situación continuo por varios días, se había vuelto algo cotidiano pero escalofriante. En la tarde veía la serie, los dos días que estaba en casa con mi mamá, Vilma ladraba tipo 8.30 PM, , era como una alarma, un anuncio de que él estaba ahí, cuando Vilma dejaba de ladrar era aviso de que se había ido. Increíble no? Pero real.

Una vez se me ocurrió la gran idea de hacer una apuesta con un amigo del colegio, estaba en segundo y aposté que yo podía llevar sin problema un billete de $20.000, que en ese tiempo era el billete más grande que había.
Como por obvias razones mi mamá no me iba a dar así tan fácil un billete de $20.000, así que, cometí el error de llevarme uno sin permiso de mis papás.
En el colegio era raro de una niña de 6 años llevara un billete tan grande, la profesora me preguntó: -¿Daniela de dónde sacaste ese billete? Le respondí asustada: -Me lo dio mi mamá para el recreo. Muy inocente procedí a comprar con un billete de tal tamaño 3 insignificantes mentas de $50 cada una para mis amigas, nuevamente la profesora me llamó y me dijo: -Voy a llamar a t mamá para confirmar de que ella te dio el billete.
La cosa se puso pesada, le robé a mi mamá $20.000 y me habían pillado, bueno, aunque sea gané la apuesta.
Al llegar a la casa sentía el vacío de tan sólo saber de la llegada de mi mamá. El tiempo se me hacía eterno. Cuando llego de inmediato me le acerqué con el impulso de pedirle perdón pensando que la profesora la había llamado pero para mi sorpresa no lo sabia y cada palabra que dijera podría ser usada en mi contra.
Le conté lo sucedido, le pedí perdón, que no lo volvería a hacer, que sabía que me había equivocado, claro esta que en palabras de una niña de 6 años. Mis palabras no valieron mucho y aún así me castigaron, entre ello no me llevo esa noche con ella como solía hacerlo a la Universidad, me dijo: -Te quedarás aquí, esperando a tu papá y a que sepa lo que hiciste. Gran error.
Se fue, no quería que llegaran las 8 de la noche, de volvieron unas horas interminables para mi, y sucedió, Vilma comenzó a ladrar, estando yo sentada en el sofá que no dejaba ver hacía el pasillo aquel, televisor apagado, silencio absoluto y yo, ahí sentada, en la posición de siempre, acurrucada, abrazando las piernas, cabeza abajo y rezando por mi vida.
Los ladridos se volvían cada vez más insoportables, más fuertes más numerosos, de repente, sentí un frío a mi lado, y una voz dañina, distorsionada, indescriptible que me decía al oído: -Hoy cometiste un grave error. Por qué te dejo tu mamá sola? Eres mala. No deberías estar aquí, Vente conmigo.
Son unas palabras que jamás olvidaré, las tengo presentes porque me marcaron la vida.
Yo en mi lugar, rezaba cada vez más fuerte y tapaba mis oídos, lo hice por tanto rato que perdí la noción del tiempo y me quede dormida.
Me despertó mi papá que llegaba del trabajo y yo a símbolo de alivio lo abrace y le dije que no me dejara sola, me dijo: -¿Por qué estás aquí y no con tu mamá? Bueno, aquí se vinieron los problemas y las causas de mi acto, más castigos pero por lo menos estaba a salvo.

Gracias a Dios nos cambiamos de casa, a una casa y no un apartamento, nunca más volví a ver a ese payaso de nariz mal pintada, producto de mi imaginación? Un alma en pena? No lo sé, pero si sé que su aparición no quedo ahí, me marcó a pesar de su ausencia, me dejo un trauma eterno. Odio a los payasos.
A los 10 años ya olvidado éste hecho, fui a una fiesta donde el animador era un payaso, en cuanto lo vi, perdí la conciencia, me desmayé, repito, ODIO A LOS PAYASOS.
Hasta el día de hoy, tengo 19 años y les temo, y son lo peor para mi, esto fue lo que me dejo aquel maldito payaso que se me apareció cuando tenía 6 años.

1 comentario:

Unknown dijo...

A mi parecer esta anecdota cuenta con una trama corta, pero la cual se hace muy chevere y condensa buenas cosas tales como la descripcion del payaso esta me hace imaginarmelo y me produce miedo, en el momento que la nina se queda sola en la casa y el sentir que depronto le pasara algo, en fin todo esto hacen de esta historia algo muy interesante con una trama la cual me gusto porque es corta pero describe todo muy bien
Gloria Aranda