J.A. O. H.
Lo que yo recuerdo de toda la cadena de sucesos, fue que había recibido a mi amigo Sebastián después de haberle enviado el giro de 50mil pesos; lo recibí en un centro comercial a las 6 de las mañana cerca al barrio donde vivía, en pasto, el barrio Palermo ; la mañana no era muy fría, como se pensaría usualmente de pasto, era entre el calor y algo de niebla, niebla que se dispersaba por el sol que iba cogiendo fuerza, al fondo el galeras con su falda de niebla.
Mi amigo llega con una maleta bastante fea, como las que uno usualmente le ve a los vigilante, poco fuerte, algo vieja; con un buso rojo, con cara de amanecido, apenas estirando los músculos de las piernas, algo de hambre. Lo saludo con una sonrisa, le doy la mano, y tomo su maleta, y pues le digo: “entoes que ve, por fin se decidió no” y me rio. De inmediato se incorpora en el panorama, y dice: “pasto pues… esta como bonito… ¿se es el galeras?”. Y yo digo:”aja” mientras llegamos a la casa, voy sacando las llaves, el mira la casa, y entramos por el parqueadero. Pasamos el pasillo y entramos a la casa de mi hermana que estaba de misión en tumaco con su novio, se habían ido hacia ya una semana, con toda la gente de ACNUR.
Al entrar Sebastián ve todo el desorden en la sala, botellas de ron y latas de cerveza y bolsas de norteño, un trago fuerte y barato que venden en pasto en una bolsa parecida a la de la salsa de tomate o mayonesa, su presentación es un asco, uno que está acostumbrado a ve el licor en botellas, parece cómico, muy pastuso. De hecho es un trago muy popular en pasto, lo había conocido por unas personas que conocí la misma noche, en un bar de rock, con las que lo único que compartía era la bebida y pocas palabras. Al llegar a la casa esa noche había comprado mas licor y comida, que era todo el resultado que mi amigo admiraba y con lo cual dice con cara de compinche: “usted sino parce”… aun había licor en las botellas y algunas cervezas sin destapar así como cigarros. Llegamos pongo su maleta cerca el TV y me tiro en el sillón y lo prendo, mientras hago esto el recorre la casa de un piso con jardín trasero, cerca al jardín, encuentra la cocina… luego de un minuto regresa a la sala con comida en la mano… se sienta y desayuna, luego nos quedamos dormidos en la sala, el por el cansancio del viaje y yo por toda la juerga de la noche anterior.
Al despertarnos, como a las 2: pm, nos ponemos a fritar unas salchichas picantes españolas, comemos y nos vamos para la plaza central, nos vamos caminando para que conozca. Nos pasamos en la plaza central hasta las 6 de la noche planeando nuestro viaje hacia el ecuador, posteriormente al Perú, un viaje previsto para dentro de una semana, para reunir más dinero del que teníamos. Pasamos la tarde sentados y fue cayendo el frio nocturno de la ciudad, hasta cuando se hace fuerte que repela las mejillas nos fuimos para la casa. Prendimos el Tv de nuevo para ver el noticiero, pues haber si había problemas en la frontera, mientras tanto bebíamos las cervezas que me habían quedado de la noche anterior, que eran como 8. No las bebemos todas, salgo a comprar más, como 10, luego terminamos bebiendo licor fuerte, la casa pasada a humo de cigarrillo, pasadas las horas llegan las 2 y estamos ebrios. Mi amigo dice: “armando vámonos para Ipiales” y yo con risas acepto, de destrabe cogemos un taxi para la terminar haber si alcanzamos algún transportillo para Ipiales, y da que sí, nos vamos borrachos para Ipiales, nos vamos bebiendo en la buseta, que va metida en la oscuridad de las enormes montañas de Nariño, abismo profundos, hasta dos horas después y de aguantar la luz de la TV del bus que mostraba una película de Vicente Fernández, llegamos a Ipiales, a un termina todo feo, con atmosfera de ser peligroso. Cogemos otro taxi, y pedimos que nos lleve a cualquier hotelucho por allí, y damos con él, bastante barato y con la mala energía, damos en un motel lleno de prostitutas, íbamos de mochileros con algo de dinero, borrachos e impulsivos, porque era un viaje que habías planeado de tiempo atrás, ya estábamos mentalizados a meternos a cualquier cosa así, como ya sabíamos lo que nos deparaba de frente a viajar con poco dinero hacia el Perú, con tal vez destino a la Patagonia y Brasil, Sebastián iba armado con un cuchillo grandísimo, en su chaqueta de jean, así que entra el cómo mas seguridad, el motel era de poca monta pero no era de ambiente de ladronzuelos pero bueno no conocíamos y teníamos la premisa, que casi todos tienen, donde hay putas hay ratas. Así que entra con su mano metida en la chaqueta, solo le faltaba el diente de oro y el sombrero de medio lado, pide la habitación mas económica con dos camas separadas, mientras el recepcionista, si así se le puede mira cual hay disponible, chicas se le ofrecen, no mas diciendo mientras las mira: “no gracias”. El recepcionista dice que hay una, saca las llaves del casillero y subimos hasta el cuarto piso, por unas escaleras de color como rojo vino tinto, viejas, ventanas viejas, mientras llegamos hasta nuestra habitación, varias personas medio abren sus puertas para observar quienes son los que llegan. Llegamos a nuestra habitación, dos camas, tendidas con sabanas del mismo color de las escaleras, una mesita de noche, y un asiento, no se para que. Tiramos las maletas, mi amigo paga, y asegura la puerta, y al rato me ilustra para que era el asiento, atrancando la puerta, pone su cuchillote bajo la almohada se quita, los zapatos, las medias, se estira en la cama, ya se nos ha calmado la borrachera, solo nos quedan cigarrillos, los cual fumamos mientras hablamos, llegando las 6 de la mañana, nos dormimos.
Llegan las 12 del día, hora de buscar algo para el estomago, miro por la ventana y veo la plaza y le comento a mi amigo que al parecer estamos en el centro del pueblo, los lugares más peligrosos de casi todo pueblo o ciudad de Colombia. Bajamos a buscar comida, alrededor del parque hay muchos restaurantes, y bebederos, panaderías, y lugares de cambio de dólares, tanto como en negocios como simples personas en la plaza que cambia dólares y pesos. Entramos a comer a un sitiecito bien y barato. En el cual nos miran unas mujeres, yo ni idea, habría de haber sido el paisaje borroso del alcohol de la pasada noche, Sebastián me dice: “esas son las putas del hotel armando”… a mi me da es risa, mientras las saludo.
Acabamos, pagamos y nos sentamos en la plaza a reposar y mirar el paisaje, como hasta las 4 de la tarde. Dichoso, ningún mochilero prueba la tranquilidad así, estaría buscando plata o alguien a quien tramar para estar estable o tener posada, eso lo veríamos después. Llegan las 4 y nos metemos a una sala de internet, a escuchar música en youtube, gastando el dinero bobamente, se acaba el tiempo, salimos no sentamos a ver la gente ya irse para su casa, como dos vagos, al rato, Sebastián dice: “bebamos que hijueputa”. Y yo: “nooo, parce descansemos”. Pasa el rato, nos pasamos para el parque, ya de noche, me dice que va comprar unos cigarrillos… los espero mientras analizo el paisaje de unos paisas que a mi parecer estaban haciendo negocios raros, pasas 8 minutos y llega Sebastián con una botella ya abierta de aguardiente, como asegurando que yo no sé la hiciera devolver, yo lo miro y me dice: “si quieres no bebas”. Y nos ponemos a discutir, porque no había recordado que yo había guardado mi billetera en su maleta y de donde saco el dinero de ese hotelucho, como se había gastado la plata así tan bobamente. Que no pasaba nada me decía, que luego los conseguía, cosa que pues le creí ya que él era y es aun una persona, muy estilo al paisa, el consigue las cosas así sea metiendo gato por liebre.
Ninguno de los dos somos ni hemos sido alcohólicos ni nada de eso, pero andábamos desatados, ya que había comprado el trago, pues bebí hasta que compramos mas y mas, y hicimos lo mismo que en pasto, al llegar las 10 cogimos taxi para la frontera, la cual estaba cerrada, pero había paso de taxis, el das habías cerrado. Seguimos bebiendo y bebiendo y nos dio hartera, y nos fuimos para quito sin pedir los papeles, sin tarjeta andina, sin sellos ni nada. Sebastián se va vomitando todo el trayecto hasta quito, malo del estomago, mareado, yo me voy venteando, normal, solo pensando en ese viaje que había desordenado el trago…y que supuestamente habíamos planeado. El se duerme y luego yo. Llegamos a quito de día, con solo 50 dólares, los cuales uso para alentar a Sebastián, con tinto y comida, sigue vomitando pero pues sigue indispuesto, echado en una banca del terminal, diciéndome: “armando estamos sin la tarjeta andina, que mierda, estamos supuestamente de ilegales en este hijueputa país”, yo me echo a reír, y le digo: “tan guevon vos, ni que fuera que nos hubiéramos pasado la frontera de Tijuana o algo así, no pasa nada”. Me pregunta agarrándose el estomago: “¿qué hacemos? ¿Buscamos hotel?”… yo le digo que pues si.
Nos salimos de la terminal, vamos para el centro, rodeamos la casa del presidente, la biblioteca, el teatro, y otros lugares, hasta sentarnos al frente de la casa presidencial en quito. Nos ven las mochilas la gente que trabaja por allí. Recuerdo a un evangélico gritar que todo este mundo se iba ir a la… después de observa todo esto, yo le digo a Sebastián: “vámonos de quito, devolvámonos” y aunque estaba malo todavía me dice con fuerza: “ni por el putas, ya estamos aquí, dame los 20 dólares, cojamos mas camino hacia abajo”. Yo no le doy nada, pero le digo que vamos a ver al terminal hasta dónde podemos bajar con esos 20 dólares, y para curiosidad esos 20 dólares nos lleva más abajo a una hora a una ciudad rara, y dice que no y saca el mapa que traíamos. Al rato me dice: “con esto nos llevan hasta manta”. Dicho y hecho, con cara indispuesta enreda al conductor diciendo que somos hermanos y que nuestra madre acaba de morir, que necesitamos llegar hasta nuestra supuesta ciudad natal. Nos subimos y cruzamos la mitad de ecuador con 20 dólares, cuando normalmente se haría con 100 ese recorrido. Llegamos a manta, que ciudad más bonita, mi tipo de ciudad, con playa y mar. Llegamos directo a playa murciélago, está llena de piedras, grandes, un poco más pequeñas que las de Cartagena. Vemos que en esta playa no se puede dormir pues porque está muy cerca a una autopista, preguntamos a un hippie donde montan las carpas, me dice que en una playa a 15 minutos. Subimos y la encontramos rápidamente, vamos hacia el mar, nadamos un rato de noche. Al rato llegan unos señores ebrios, como llegando a hacer picnic a esa hora en la playa y a nadar algo ebrios, pero que al rato, Sebastián, se acerca a hablarles, y les pide plata. Llega con 2 dólares y me dice: “parce, póngase las pilas pues, pida, que ya sabe, acuérdese de Cartagena” y yo con mi desanimo y pereza le digo: “que va guevon, yo fui el que puso la plata para traerte hasta acá, que viene a improvisar, pida usted”, Dicha que me duro poco, pues luego de haber dormido en la casa del salva vida, con tierra en la espalda y rascándome, al día siguiente me toco hacerlo. Con un dólar compramos seviche. El otro lo dejamos para ver qué pasaba en la mañana.
Llega la mañana, la gente trotando en la playa, las cochas saliditas por que la marea ha retrocedido, bajamos de nuevo a playa murciélago, nos encontramos a unos hippies y pedidos unos nylon haber si pescamos, que ingenuos, como si fuéramos pescadores. Nada pescamos. Nos vamos a un restaurante barato, compartimos la comida. Nos devolvemos para la playa, llegan los pescadores. Mi amigo pregunta que si necesitan ayuda, que nada. Luego llegan a sacar tierra de la playa para alguna construcción supongo, voy yo. Nada.
Me meto a nadar mejor, para no aburrirme. Al rato llega un barquito que da paseos a turistas, y a Sebastián le da disque por subirse, como si tuviera dinero para pagar. Lo bajan. Y dice de descaro: “parce denos un recorridito para ver”. Inmediatamente el pelado se da cuenta que somos colombianos, por el “parce”. Y nos dice: “colochos, que hay para vender…ropa, esas zapatillas se las compro”. Me da risa, nos vieron la cara de necesitados pues, pero a la vez me digo a mi mismo, me importa un culo, ya tenemos plata, comida y transporte. A ese señor le vendimos un buso de marca, una brújula de la ONU que le había dado el ACNUR a mi hermana, unos fósforos que prenden así estén mojados, pero nada de zapatillas. Ciertamente el pelado nos tumba, porque la brújula es bien cara y el buso también, nos da 15 dólares. Y nos da la vueltilla en el barquito, al rato nos vamos a comer y volvemos al terminal, esta vez me toca hablar a mí y digo lo mismo que dijo sebastian en quito, con poca credibilidad, tal vez porque no me duele el estomago y no hago caras feas, como las que le hacía, intente y intente y nada, bajamos a buscar más plata y nada, volvemos y echamos lo mismo, hasta que un bus se queda incompleto en pasajeros y para completarlo nos suben por 10m dólares hasta Guayaquil. Seguimos mochileando. Pasamos la noche en el bus, llegamos a las 7 a Guayaquil.
Guayaquil lo andamos, todo el centro, es una ciudad más o menos, buscamos las playas pero están a una hora, nos regresamos al terminal, a pedir plata. No conseguimos nada, y pasamos noche en el terminal, malo, pues estamos sin documentos, y si nos piden, nos vamos de calabozo y en otro país no aguanta. Al llegar la mañana, salimos a buscar plata, ya no teníamos ni la remota idea de devolvernos, solo la Patagonia y sin nos cogían, nos robaron diríamos, ya estaba craneado. No teníamos ni miedo. Pasamos la mañana consiguiendo plata, pero no habíamos comido así que gastamos lo del transporte, tocaba pedir en la tarde. Lo logramos. A las 7 nos fuimos para Machala y de Machala cogimos sin movernos, hacia huaquillas, nos hicimos porque solo habíamos pagado hasta máchala, no nos bajaron por suerte. Continuamos, llegamos a huaquillas, mala ciudad para llegar de noche y sin plata, pues siendo ciudad fronteriza, pegada a aguas verdes, se sentía la fuerte presencia del narcotráfico, carros buenos, motos por donde quiera, estábamos frente al Perú. Había negocios raros, se sentía, Sin embargo no pasamos a Perú, nos quedamos, cometiendo el descaro de quedarnos en migración del ecuador, donde no nos pidieron nada, ni papeles ni nada. Amanece, y cruzamos la frontera, caminamos hasta tumbes, peru, 2 horas dura el viaje bajo un sol horrible. Llegamos, pedimos jugo a una señora que vende jugos de naranja, hasta nos regala naranjas. Llegamos a la plaza de tumbes, yo miro a Sebastián cansado, y le digo riendome: “somos los inmigrantes ilegales pues”, se echa a reír y resalta: “uy parce, haha, violamos las leyes de inmigración de dos países, igual, son paisitos, pero pues… y encima dormimos en migración de ecuador? Me dice preguntadose irónicamente. Que descaro”… yo agrego: “todo por estar de mala copa, ya ve no, que mierda”… pasamos la mañana así, a punta de naranjas, cansados. Hasta el mediodía que bajamos hasta una especie de “galería”, allí pedimos, comimos hasta saciarnos, llenos, los peruanos son muy accesibles, uno pide y le dan, así también fue cuando mochiliabamos en Colombia, la gente también es muy accesible, pero en ecuador fue la pesadilla. Nos volvemos a la plaza, nos tiramos a dormir en el malenco, cerca el rio tumbes que es grande. Estamos llenos no hay problema, el problema nos llega a las 3 de la tarde, cuando pregunto, donde vamos a dormir, allí también le entra esa preocupación a Sebastián. Nos movemos hasta una plazoleta, llamada los libertadores, donde hay bastante ejército y muchas estatuas de libertadores. Sebastián se echa a pedir dinero, con excusas tontas, que disque necesita devolverse para Colombia, cuando es para abajo que vamos cogiendo, para el sur. Entre eso conoce a un paisa, que nos presta 20 soles para hotel, vaya suerte. La noche pasa, llega el medio día, comemos, y el paisano nos pone a trabajar al día siguiente, nos da un gimnasio por la noche para vigilar y dormir de una vez, diciéndonos: “no se ponga con raras, que ya saben que del Perú no salen pues”. Nosotros contestamos: “no pasa nada parce, relájese”. Contestando: “bueno”, agregando: “los ayudo porque son colombianos, los colombianos somos entradores”. Nos despedimos de e, lo vemos irse y solo vive a media cuadra, el barrio es más o menos, de extracto 3.
Mientras pasamos noche nos decimos: “parce llamemos a Colombia, pidamos un giro”. Cosa que hacemos y cosa que nos niegan. Pailas ya estamos en Perú.
Seguimos en Perú, en el gimnasio con ese paisa del cual sospechamos diciendo siempre: “paisa en frontera, anda en raras”. Lo único cierto es que el man si andaba en raras, que hasta nos consigue los papeles de estadía y todo legal después de una semana de estar en el Perú como pago, nos quedamos trabajando con él durante un año. Vendiendo celulares. Estos celulares venían del ecuador, eran robados todos, los vendíamos como nuevos en una tienda como las que conoces en san Andresito., algo similar.
Nos hicimos grandes amigos de un contrabandista. De ahí para allá todo fue más cómodo.
1 comentario:
Esta historia es buena pero en ocasiones pierde el suspenso cuando se usan palabras de mas o de poco impacto, tampoco se logra leer de corrido ya que el uso de puntos, comas, tildes, etc. no es la correcta. Aveces se detalla de mas lo que hace que se vea muy reforzado y poco comodo para el lector.
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