GRAFFITI: LIBERACIÓN EN UNA PARED por Mayra Alejandra Castellanos

Oscar, profesional y amante de su carrera…Diseño Grafico. Seguramente muy bien vestido, salario alto y grandes metas. Y Federico, estudiante de cuarto semestre de cine y comunicación digital, ropa holgada, dependiente económicamente de sus padres y sueños por montones. Dos hombres con características diferentes pero con una pasión es común…El Graffiti. Quizá por su apariencia física no se verían igual con un aerosol en la mano, pero ¿alguno de los dos será un vándalo? Ó ¿serán personas que buscan comunicar po9r medio de una forma de expresión distinta y crítica, mensajes rebeldes y/o contestatarios? Durante años el graffiti ha sido considerado por gran parte de la sociedad como vandalismo debido a que en la mayoría de ocasiones los graffitis son plasmados en propiedades privadas. Uniéndose a este concepto autoridades y medios de comunicación, llegando al punto en que se presentan injusticias y abuso de autoridad frente a los graffiteros, como en el caso de Diego Felipe Becerra, proceso que aun no se esclarece en su totalidad. Y si, quizá tenga algo de infracción con el orden social debido a que violan los espacios privados, ó ¿Quién se sentiría feliz si encuentra un graffiti en la pared de su casa?, seguramente nadie. Sin embargo, ¿no se supone que tenemos la condición de ser independientes y libres?, esto trasciende, el graffiti es un modo o forma de expresión que comunica y transforma, que a pesar de que vivimos en una sociedad egoísta y conservadora hay personas que se abren al mensaje, que le dan una oportunidad a una forma de comunicación diferente a las habituales. Más allá de un trazo en una pared, es una forma de vida y esta latente para muchos. El graffiti como tal es artes, puesto que se necesita de destreza, técnica y estilo. Complementando esto, las personas por medio de ello logran librar opresiones personales o generales y pueden llegar a lograr la reflexión o apoyo de personas que antes de ver el graffiti que expresa sentimientos, eran indiferentes a la crítica que esta plasmando. A pesar de lo dicho anteriormente, el graffitero ha tenido que soportar señalaciones, discriminaciones y acusaciones por el simple hecho de ser quien es. Hechos que no deberían estar ocurriendo ya que se supone que vivimos en una sociedad donde se protege la libertad de personalidad, conciencia y expresión de pensamiento y opiniones y que aunque no estén dirigidos y textualizados para los graffiteros específicamente, son incisos o numerales que se encuentran estipulados en los artículos “13, 16, 18, 20” de la Constitución Política de Colombia. Además en el 2011 en Bogotá se firmo “el proyecto de acuerdo Nº 127”. En la pagina web de la alcaldía de Bogotá en el articulo “buscan reglamentar zonas para hacer graffitis en Bogotá”, se estipula…”la iniciativa busca al mismo tiempo la protección del espacio urbano y la circulación de obras de graffiti. Esto en la medida de que se considera una expresión…”. Con hechos como este se promueve una forma que hoy por hoy puede ser considerado como arte como lo expreso en su debido momento María Villa, coordinadora de formación e investigación de la gerencia de artes plásticas del instituto distrital de las artes (IDARTE), “…La institución publica reconoce el graffiti como una forma de arte y una expresión cultural…”, y que como expresión cultural puede ayudar a que jóvenes de la calle centren su tiempo en expresiones como el graffiti. Debemos abrir la mente y no fijarnos en el graffiti solamente como pintura que “daña” nuestra propiedad, sino ver las consecuencias que a largo o corto plazo tienen estos sucesos en los jóvenes que en ultimas terminan siendo el futuro de una sociedad que no esta pasando por su mejor momento y que con una simple imagen se puede marcar la diferencia para tratar de mejorar lo que vivimos a diario.