lunes, 5 de abril de 2010

EL HEREDERO DE CESAR RINCÓN

C. D. G. O.

Recuerdo los días cuando yo entrenaba para ser un gran matador de toros, entrenaba muy duro y me preparaba física y mentalmente para el día esperado el día en que iba a matar mi primer toro. El acontecimiento se iba a celebrar un sábado de octubre del año 2006 en la plaza de toros de Manizales, en ocasiones anteriores yo había matado 3 novillos, el de mayor peso tenía 320 kilos, pero el toro del sábado iba a ser de 510 kilos y su nombre era aniquilador, la verdad estaba aterrado de solo imaginar estar al frente de semejante bestia.
Un ganadero amigo me invito a su finca en el cauca y me regalo un toro de 450 kilos para torearlo y posteriormente matarlo, esto fue dos días antes de la corrida esperada. Ese día en la finca yo estaba listo, había familiares del dueño de la finca y familiares míos, había una gran orquesta tocando paso doble y música taurina, era toda una fiesta brava había un ruedo, público, música y lo más importante un toro, es decir mi primer toro iba a ser en ese momento.
La verdad yo sentía unos nervios diferentes, no era el miedo habitual, no tenía un buen presentimiento y me sentía irresponsable cuando pensaba que el sábado tenía una corrida en Manizales, un contrato, una responsabilidad. Mi apoderado estaba molesto conmigo por ir a esa finca a torear antes del evento esperado.
La corrida empezó todo se dio bien, un toro complicado pero noble. Después de 16 minutos le pedí a mi mozo la espada para matar, necesitaba mucha concentración porque para estocar un toro hay que realizar ciertas acciones exactas como cuadrar el animal en frente tuyo más o menos a un metro y medio de distancia, traerlo hacia ti con el capote en frente de su cara y mientras lo traes das dos pasos hacia él y al tercer paso te corres a un lado mientras postras la espada en el punto indicado y empujar con fuerza. Me dispuse a matar, hice el movimiento indicado cuando faltando solo un paso para llegar a ese punto el toro se detuvo antes de yo estar encima de la cabeza, un silencio se apodero del lugar, las personas del público que eran conocedoras de de la tauromaquia sabían que si un toro arranca y se detiene antes de ser estocado es muy grave, antes de que pasara lo que paso, en esos segundos en serio que pensé en mi irresponsabilidad. El toro se detuvo y yo seguí derecho, cuando mi pecho se encontraba justo encima de su cabeza el animal subió con toda su fuerza y bravura la cabeza golpeándolo contra mi pecho dejándome sin respiración y reacción, después me tuvo como 20 segundos arrastrándome en el ruedo, bueno eso me lo contaron y obviamente lo del sábado se cancelo.

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