lunes, 5 de abril de 2010

UN GRAN PUERTO DE EUFORIA

C. J. A. T.

Esta no es una historia de abandono, si no de desesperación, soledad y supervivencia en un país lejano.
Todo comienza una mañana lluviosa, donde el sueño se apodera del cuerpo y no te deja levantar, era ya casi las diez de la mañana, mi ojos se abrían con el estruendo de una llamada y no se suponía que esta cambiara el curso de mi vida; una llamada de mis padres aclarando que me tenia que ir del país, no tenia nada que ver sobre una situación extrema, solo era una de esas llamadas que te despiertan y te hacen viajar. Inglaterra un país desconcertante mas aun lo piensas cuando esta sentado en el lobby de espera del aeropuerto y te pones a pensar en lo bueno que es haber aprendido ingles, sin embargo, la incertidumbre mientras ves el tiquete de avión y escuchas a los anunciantes llamando para el aborde de los vuelos te pone a pensar si es una buena idea.
Mi turno ha llegado a las tres y media en punto de abordar el avión, que suerte que haya conseguido un vuelo tan rápido pensaba ya que cuando había viajado antes los vuelos se reservaban con anterioridad para la disponibilidad de los cupos. Sin más espera miro a la aeromoza y le entrego el tiquete, una sonrisa de su parte y deseándome un buen vuelo como es acostumbrado me hace entrar en lo que yo llamo “el tubo”, que es la parte entre el edificio y la entrada al avión, donde los que abordan dicho vuelo caminan con tanta prisa sabiendo que al fin y al cabo a todos nos tocara esperar mas de 13 horas para llegar al destino.
Odio los vuelos que hacen transbordo Cali Bogotá, sigue Miami, Francia, tren hasta Lion otro vuelo hasta Manchester y otro avión hasta Liverpool; para mí todas las horas son iguales y todos los días también así que esperar no me importa. Lo que si me importa es esperar en el terminal a que alguien se aparezca a recogerme; van siendo mas de cinco horas de espera con una pequeña maleta, un celular que no funciona, un reloj loco y mi mente sin saber que hacer. El blanco de mi mente desaparece cuando veo una casa de cambio de moneda, me acerco a ella con los pocos dólares que tengo y la ilusión óptica de dólares a euros me dan la impresión de que ese pequeño montón que tenia se ha vuelto mas pequeño y mas fácil de ocultar por que cuando vienes de Colombia tienes tus resabios acerca del robo y la violencia, pero eso ahora no es importante por que lo único que tengo en mente es como voy hacer como pasar la noche.
Tras un par de horas divagando por la bellas calles donde la vida nocturna cobra fuerza, las luces de los bares son las pequeñas estrellas de la calle. Encuentro un pequeño hotel donde me puedo hospedar por lo menos un día. Un cuarto sencillo, una cama, una ventana, una lámpara, una silla, un refrigerador, uno de todo; no pensé que se tomaran tan en serio la expresión un cuarto para uno. Ese día no dormí mi cabeza daba vueltas sobre el futuro que es lo que mas preocupa pues allí es donde voy a vivir, ese tan inquietante que era mejor que se cayeran las paredes contra mi y no volverme a levantar pero eso no paso la calidez del sol que se colaba por un pequeño agujero de la ventana me levanta y me hace dar cuenta que es otro día en el que toca sobrevivir.
Pensé que siempre iba a tener la oscuridad tras mío, eso es lo que se piensa cuando estas mal y los pensamientos ahogan la realidad, pero no era el fin. Muy lejos ya del hotel me encuentro con un lugar bastante peculiar, era un bar y a las vez era un santuario para un grupo de personas que alaban al equipo que jugaba ese día, el Liverpool equipo local contra el Wigan un visitante bastante fuerte pero no obstante el Liverpool no perdía. Me sorprendió ver la euforia con la que ellos celebraban era algo único y yo me quería unir, me atrapó como te atrapa el amor y te deja como un bobo. Ese día conocí a Jhon Webber un londinense bastante normal, como de veinte años con la cabeza rapada y tatuajes en los brazos. Así transcurrieron los días ya me habían mandado dinero y me había mudado a un lugar que me tenían preparado cerca al estadio, un barrio tranquilo en esos días que no hay partidos pero la euforia que tenia no me dejaba escapar de ese lugar donde se reunían.
Jhon y Mark Elfel eran como los pastores del rebaño y ese día nos llevaron al estadio, nunca me imaginé que no seria al ver el partido, nos atravesamos por la calle sunderland and park que daba a la entrada sur del estadio, a la distancia se veía un grupo de personas como esperando a que algo sucediera, cuando de pronto todos salieron a correr de una manera sorprendente hacia donde estaban los otros, en la cercanía parecía una guerra, la sangre se podía ver desde donde estaba, no se si era que tenia un shock nervioso pero de pronto la rabia se apoderó de mi y me cole entre los cuerpos a defender a los míos. No se cuanto tiempo paso para que todos ya tuviéramos golpes y bocas rajadas, de un momento a otro sonaron las sirenas de los carros de policía que en Inglaterra se parecen mucho a las de las ambulancias entonces corrimos a escondernos, era lo mas sorprendente que había sentido en mi vida, la adrenalina se movía por todo mi cuerpo y no sentía mas que una libertad y desahogo de mi parte, podía observar todo mas claro y comencé a reírme, inesperadamente todos me siguieron con sus risas en ese pequeño callejón lleno de ratas muy parecidos a los del Bronx en Estados Unidos.
Así transcurrieron las horas, los meses, el año y no me cansaba de ese furor es tan adictivo como para algunos las drogas. El panorama se veía lo más normal ese día, todos nos preparábamos para ir a Londres a ver el clásico y esas ocho horas en tren valieron la pena, a la salida del juego nos preparábamos para un gran pelea cuando llegamos no encontramos a nadie y se nos hizo raro, escuchamos que unas ventanas se abrieron cuando un gran estruendo atemorizó a todos los que estaban en la calle, salimos a correr y cada vez mas estos disparos parecían mas cerca de mi, tenia tanto miedo que superaba el cansancio, las piernas corrían solas y me arrastraban por la calle lejos de los gritos y los tiros, no sabia que pensar ni que hacer y lo primero que se me vino a la mente es que no era ningún juego y estaba tan confundido con eso, que deje todo atrás y compre el primer vuelo que vi y me aleje de ese gran temor; deje amigos en esas calles, pero todos lo hicimos y nadie podía recriminar nada tampoco; todos entendimos las razones y no juzgamos lo que paso ese día.
Todavía me hablo con Jhon y con Mark y saben igual que yo, que algún día volveré y seguiremos siendo hooligans.

1 comentario:

sebastian dijo...

Me parece una historia bastante interesante, y más aún es que deja como un tipo de moraleja o consejo al final.
Describe muy bien los momentos, los lugares y las situaciones y emociones en las que se encuentra y las que siente en el instante.