Las Pandillas son catalogadas como un generador de violencia que afectan a la sociedad, por lo cual estos grupos son marginados y catalogados como elementos innecesarios para un bienestar social. La violencia que generan las pandillas parte de la ausencia de oportunidades como el desempleo, la deserción escolar, la desintegración de la familia y en muchas ocasiones solamente la búsqueda por obtener un poder frente a un grupo social.
Cabe resaltar a los problemas anteriores la actitud del gobierno frente a esta problemática, quienes se encargan en cierta forma de ignorar las dificultades de los sectores bajos, generando así un entorno donde la indiferencia se agudiza buscando como resultado sociedades en conflicto en búsqueda de poder, seguridad y un posible bienestar.
Los jóvenes pandilleros normalmente no logran identificarse con su entorno social ya sea de un estrato alto o bajo, por ello buscan a través de la cultura de la pandilla establecer una guerra contra el mundo exterior, es decir un ofensiva a fin de proteger su entorno y sus pensamientos como grupo marginado que es, estableciendo con esto una búsqueda de tiempo y espacio en la sociedad.
Los problemas sociales, económicos, políticos y culturales son un motivo de influencia para estos jóvenes sin oportunidades, el rechazo y la desintegración por parte de la sociedad crean una barrera de ignorancia que hace crecer el resentimiento hacia la sociedad quien los limita a una vida sin trayectoria.
Las pandillas forman parte de una violencia más del país, una guerra justificada, un conflicto marcado, un grito de auxilio que desde los lugares más lejanos y de los jóvenes más violentos se escuchan en las armas y sus actos de violencia.
Al buscar un modelo determinado de pandillero encontramos diferentes variedades de estos, sin embargo los medios de comunicación y la sociedad del común ya ha generado un patrón de clasificación de estos jóvenes, agrupándolos a todos sin importar su trascendencia o medio social, solamente por su vestuario, por su lenguaje en particular o por pertenecer a un barrio en común, no se pueden hacer llamar delincuentes o pandilleros de una sociedad.
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