¿Qué se necesita para ser bonito? por David Torres Agudelo

Cuanto daría por que Silvia Tcherassi tuviese la misma perspectiva de dimensión corporal que el maestro Botero, o que Frank Ribery tuviese más ingresos que Cristiano Ronaldo o David Beckam por usar ropa interior, quizás pagaría un poco más por ver detalladamente ante cámaras los problemas de acné de una presentadora o que un abdomen flácido de una modelo no sea corregido por el cirujano virtual para ser publicado en una revista.

Pero mis ansias de observar estos casos posiblemente descabellados o bizarros no pretenden opacar la belleza a la que la historia y los medios nos ha acostumbrado, simplemente quiero apreciar la belleza de lo no convencional, lo que a simple vista nos desagrada y que lleva a juzgar al producto o a la persona por su empaque.

Sin embargo la apariencia según Tim Gunn, el reconocido gurú del estilo, es de vital importancia a la hora de relacionarse bien sea para hacer vida social o para conseguir un trabajo.

No obstante con lo anterior podríamos preguntaros ¿qué se puede considerar “bonito” o agradable para la vista? si en países como Ruanda o Etiopía consideran fértiles y por ende atractivas para los hombres nativos las mujeres que se ponen miles de anillos en el cuello o se perforan el labio para ponerse platos de arcilla, pero sin ser tan extremista y simplemente nos tomamos el trabajo de salir a la calle y observar detalladamente la apariencia de los transeúntes podríamos ver mil diferencias tales como tatuajes, pircings, expansiones, cirugías estéticas o simplemente sus prendas de vestir a las cuales las personas se someten para obtener quizá una aceptación social y por ende una estabilidad emocional.

Sin embargo debemos tener en cuenta que muchos de estos estándares de belleza son probablemente creados por aquel pequeño grupo que controla los modelos sociales de aceptación que vemos en noticieros, secciones de farándula, novelas, películas y demás medios de comunicación que muy posiblemente muestran la perspectiva de belleza que solo algunos creen tener y por el contrario se puede deducir que, lo que no se muestra por estos canales de información con respecto a lo aceptablemente bello puede considerarse como “feo”.

Por otra parte, mostrar estadísticas sobre exclusión o quizá discriminación por diferencia estética puede quizás resultar engorroso y por ende impreciso ya que aunque la ley ampare y proteja la igualdad entre ciudadanos, es infinitamente subjetiva la descripción de las características que hacen a alguien feo o bonito.

En una publicación del 20 de enero de 2013 en el Clarín.com que titula “Ventajas de la belleza: Los lindos tienen más amigos, mejores trabajos y ganan más”, en el que se toma como referencia a economistas argentinos se afirma que es más probable que las personas “bien parecidas” tengan ventajas sobre las “no tan agradables de ver”, pero también añaden que en ocasiones algún “feo” puede lograr tener éxito también. Por ende puede que la imagen resulte ser más importante y que tener una bonita sonrisa, una cara libre de imperfecciones, una estatura y un peso agradables son factores determinantes para el futuro de una persona.

Así que relativamente esto condenaría a los feos a soñar por el resto de sus vidas o a someterse al quirófano para alcanzar alguna oportunidad importante o arañar el tan codiciado éxito que muchos pretenden alcanzar. En fin, puede que nuestras mentes tarden años o quizá siglos en enfocar nuestros intereses en las ideas de las personas mas que en escotes y minifaldas, músculos pronunciados, piernas largas o sonrisas de película, mientras tanto seguiré deleitando mi mente con los pensamientos de los feos y las siluetas de los bonitos.